Blanca Suárez: "Deberíamos pensar cómo nos expresamos en redes y si el mundo necesita conocer nuestra opinión sobre todo"

¿Satisfecha con el resultado de Me he hecho viral?Sí, estoy muy satisfecha y me reí mucho. Aunque la verdad es que solo la he visto una vez, de momento. Hay gente que ni puede ver sus proyectos cuando los termina, pero yo necesito verlos de dos a tres veces, dejando un tiempo entremedias. La primera vez siempre ves demasiadas cosas y, cuando salen los títulos de crédito, tienes un popurrí de sentimientos encontrados. Siempre te fijas en muchísimas más cosas que el resto de espectadores.

¿Te autoflagelas a menudo entonces?Sí y no. Si tú estás inmersa en un proyecto y ese proyecto te exige, creo que eso es bueno. Al final, la autoexigencia es necesaria para intentar hacerlo lo mejor posible en tu trabajo. Ahora bien, hay ocasiones en las que te autoexiges cuando la película está ya hecha. Entonces te fustigas porque piensas ‘Aquí tenía que haber hecho esto o lo otro’, sin darte cuenta de que no sirve absolutamente para nada. Cuando uno acaba un proyecto debe aprender a soltarlo y pensar que su trabajo ya está hecho y que, en ese momento concreto, lo hizo de la mejor forma que pudo y supo. Hacerte amigo de tu trabajo supone un trabajo fuerte y costoso.

Tu personaje en la película se hace viral después de montar un escándalo al descubrir que su novio le es infiel. ¿Cómo crees que habrías reaccionado tú en una situación similar?La verdad es que no lo sé. Tampoco me gustaría comprobarlo [ríe]. A lo mejor haría lo mismo que hace Mabel… No tengo ni idea. De hecho, uno siempre cree que, en momentos inesperados, va a sacar su lado digno y su fuerza, pero lo habitual es que nunca actúes como crees que lo harías. En esos momentos que te ponen al límite es cuando siempre sacas tu verdadera esencia, para bien y para mal.

A ti no te han apodado nunca 'la loca del avión', pero sí te han criticado por otras razones. ¿Te amarga el hecho de leer ciertos comentarios?En ese sentido, me siento bastante bien tratada. Aunque también te digo que nunca pierdo mucho tiempo de mi vida en leer todas esas cosas. Cuando la vida, tu profesión o la prensa te colocan en un lugar público, son muchos los ojos que te miran, y no a todos les gusta aquello que ven. Eso no es malo. Ahora bien, discrepo en la forma que algunos tienen de decir que algo no les gusta. Deberíamos darle una vuelta al asunto de cómo expresamos lo que pensamos a través de las redes, y si realmente el mundo necesita conocer nuestra opinión sobre ciertas cosas [ríe]. Igual no es necesario que demos nuestra opinión sobre absolutamente todo.

Recuerdo que a un tuitero que te llamó gorda le paraste rápidamente los pies. ¿Dormiste a pierna suelta esa noche?Esto ocurrió hace muchos años, ¿verdad? Se me había olvidado ya. No creo que esa noche durmiera a pierna suelta porque si no tengo la necesidad de rebatir algo significa que ese algo me da igual. Una siente algo de frustración cuando alguien, desde el sofá de su casa, se permite el lujo de verter opiniones gratuitas y mal encaradas sobre ti. Supongo que el hecho de ser conocido es un arma de doble filo. Aunque uno entienda que hay ciertas cosas que van en su sueldo, existen otras que no hay que darlas por normales. Como sociedad, deberíamos saber cómo actuar y qué limites tener para con el de enfrente.

¿Qué sentiste cuando te nominaron al Goya a mejor actriz revelación?Creo que sorpresa. Fue algo inesperado y que, por suerte, viví desde un lugar muy ilusionante. En ningún momento experimenté ningún tipo de presión, porque lo sentí como un extra. Al final, lo importante había sido trabajar con Pedro [Almodóvar], hacer esa película, aprender todas las cosas que aprendí, los momentos impresionantes que viví durante la fase de exhibición de la película,... Fui a la gala a pasármelo bien y sin darle realmente una vuelta a la posibilidad de que me lo dieran. Menos mal que no me lo dieron. Si lo hubieran hecho, me habría quedado con cara de ‘mierda, tenía que haberme preparado algo’.

¿Crees que algunos todavía te miran por encima del hombro por el hecho de compaginar la actuación con la moda?No lo sé, pero espero que no. Creo que ese tipo de comportamientos son peligrosos porque, al final, la vida da muchas vueltas. Hay que tener cuidado y respetar mucho a la gente que hay a tu alrededor, por dónde llevan sus vidas y sus carreras,... Además, creo que estamos viviendo un momento de cambio en cuanto a la relación entre la ficción y el mundo de la publicidad y la moda. Desde hace un tiempo, todo tiene que ver ya con todo.

Tus compañeros de profesión hablan maravillas de ti. ¿No has sobornado a ninguno para que lo haga?¡Qué guay! Eso es brutal. Algo que a mí me gusta mucho es coincidir en el set de rodaje con gente que me hace la vida fácil, que aparece con una sonrisa, que tiene una energía tranquila y que no te molesta. Intento ser buena compañera, y no solo con aquellos con los que vosotros habláis, que son los de la parte artística, sino también con el equipo técnico. Todos pasamos juntos muchas horas, durante días y meses, y nos acabamos convirtiendo en una pequeña familia.

Dicen que mantienes los pies en la tierra. ¿Dirías que es realmente así?Creo que sí. Si has tenido oportunidad de experimentar algún subidón en tu profesión, es fácil engancharse a esas sensaciones positivas, porque son muy abrumadoras y te llega mucho feedback positivo. A medida que pasa el tiempo te das cuenta de que no eres imprescindible, ni tampoco lo haces todo tan bien como en algún momento te dijeron. Me considero bastante afortunada, porque he tenido trabajo prácticamente desde que empecé, pero es importante que te cuestiones a ti misma. No siempre estás en la cima de la montaña, ni sosteniendo una copa de champán. Esta profesión es una montaña rusa de emociones, estabilidad, trabajo y dinero, y tú tienes que aprender a convivir con todas sus etapas. Mantener los pies en la tierra significa tener gente a tu alrededor que es sincera contigo, para lo bueno y lo malo, y te trata como a una persona normal.

Pero algún defecto tendrás, mujer.Tengo muchísimos, lo que pasa es que no los digo mucho, porque pienso que, si no lo hago, la gente igual no se da cuenta y, de paso, alimento una falsa leyenda. Tengo muchos, como todos. Al final, cuando uno se pone frente al espejo, mira su alma. Tú eres la única persona que conoce cada granito de mierda que vive dentro de ti. Todos somos luz y mucha sombra.

Pero no tienes ningún congelador escondido en la habitación, ¿verdad?No, no tengo a nadie metido en un baúl. De momento no me ha dado por ahí [ríe].

Lo que sí has contado sobre ti misma es que te consideras una persona tímida. ¿Lo pasas mal cuando alguien te reconoce por la calle?Sí soy un poco celosa de mi intimidad y tengo pudor con el tema de sentirme el centro de atención. Me gusta más moverme en un perfil tranquilo que eso de entrar en un sitio y decir ‘miradme todos’. Con los años aprendes a manejar todo ese tipo de situaciones en las que sientes miradas, lo que no quiere decir que te sientas supercómoda viéndote en ellas.