Un estudio de la UCO indica que las personas excluidas pueden ser "tan o más altruistas" que el resto

Un estudio realizado por investigadoras de la Universidad de Córdoba (UCO) y financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad (Mineco) ha determinado que las personas excluidas pueden ser "tan o más altruistas" que el resto y que existen determinadas situaciones en las que estar excluido puede llevar a comportarse de forma más prosocial que estar incluido.

Un estudio realizado por investigadoras de la Universidad de Córdoba (UCO) y financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad (Mineco) ha determinado que las personas excluidas pueden ser "tan o más altruistas" que el resto y que existen determinadas situaciones en las que estar excluido puede llevar a comportarse de forma más prosocial que estar incluido.

Así lo ha comunicado la UCO en una nota en la que ha recordado que el altruismo, la cooperación o la solidaridad son, para la Psicología Social, comportamientos prosociales, es decir, desarrollados con la intención de beneficiar a los demás aunque esto no lo eximen de tener como fin último una motivación egoísta si se busca obtener ciertos favores o reconocimiento.

Hasta ahora la creencia generalizada es que los individuos en situación de exclusión social son menos proclives a llevar a cabo comportamientos prosociales sobre todo cuando son muy sensibles al rechazo social. Según ha explicado Esther Cuadrado, "las personas que siempre están muy alerta ante las situaciones de exclusión social, como esperándolas continuamente, serán personas que reaccionen de forma más exagerada cuando perciban señales de rechazo social y en consecuencia lleven a cabo menos comportamientos prosociales en situaciones de exclusión social, e incluso comportamientos antisociales y agresivos".

No obstante, un estudio realizado ha tratado de profundizar en este tipo de comportamientos y ha determinado que existen determinadas situaciones en las que estar excluido puede llevar a comportarse de forma más prosocial.

Así, el equipo de investigación de la UCO, dirigido por la profesora Carmen Tabernero, ha demostrado que cuando se percibe la posibilidad real de reconectar y abandonar la situación de exclusión es habitual encontrar una tendencia hacia los comportamientos de colaboración o solidaridad.

Cuadrado ha explicado que "el ser humano posee una necesidad inherente de sentirse incluido, de sentir que forma parte de un grupo. Por eso, un individuo que experimente una situación de rechazo social intentará mostrar una cara amigable y hacer ver al grupo que es un miembro valioso a través de comportamientos prosociales, pero eso solamente si percibe que tiene la posibilidad de volver a ser incluido en el grupo. De lo contrario, la situación de exclusión social le llevaría a comportamientos agresivos y antisociales"

Para llegar a esa conclusión, las investigadoras de la UCO han desarrollado dos estudios experimentales. En el primero tomaron parte 93 estudiantes universitarios seleccionados aleatoriamente. Tras contestar un cuestionario 'on line' para evaluar ciertas variables, los estudiantes pasaban a efectuar unas tareas de reparto de recursos supuestamente con otros participantes conectados 'on line' y que les permitirían ganar puntos intercambiables por dinero.

Esto en realidad era parte de la manipulación y, aunque creían estar haciendo las tareas dentro de un grupo online, estaban jugando solos frente a su ordenador. La cantidad de recursos que donaban en las tareas de reparto a los compañeros ficticios sirvieron para evaluar si sus comportamientos eran más o menos prosociales.

En el segundo estudio participaron 119 estudiantes seleccionados aleatoriamente. El procedimiento fue similar al del primer estudio. Después de rellenar un cuestionario los estudiantes fueron informados de que tendrían que hacer determinadas tareas en grupos 'on line' que les permitirían ganar puntos intercambiables por dinero.

Para generar los dos grupos experimentales, los participantes jugaron una ronda de 'Cyberball', un programa creado para ser utilizado en investigaciones sobre la exclusión/inclusión social en la que los participantes juegan online a pasarse una pelota. Los participantes jugaron de manera aleatoria en una condición de inclusión (recibiendo muchas veces la pelota) o en una condición de exclusión (prácticamente no recibían la pelota).

A continuación, efectuaban las tareas de reparto de recursos con los mismos miembros ficticios con los que creían haber jugado al 'Cyberball', de forma que al igual que en el primer experimento, la cantidad de recursos que donaban a sus compañeros de grupo nos servía para evaluar en qué medida se comportaban prosocialmente.

La intención de las investigadoras era establecer un modelo predictor del comportamiento prosocial tanto en situaciones neutras como en situaciones de exclusión frente a las de inclusión estableciendo qué variables podían predecir el comportamiento prosocial y las relaciones que podían establecer entre ellas.

Todas las variables estudiadas (disposición a ser prosocial, sensibilidad al rechazo, percepción de eficacia individual y grupal para ser prosocial, confianza en los demás, ira y deseo de afiliación social) revelaron predecir significativamente el comportamiento prosocial directa o indirectamente.

Entre las conclusiones obtenidas, recogidas en un artículo publicado en la revista 'Frontiers in Psychology', las investigadoras exponen que para obtener comportamientos prosociales resulta conveniente promover en los individuos su propia predisposición a ello, así como la certeza de que tanto ellos como su grupo pueden ayudar a los demás de una manera eficaz y la confianza que tienen en los demás.

Igualmente, los resultados de los estudios destacaron la relevancia de contar con programas específicos para reducir la ansiedad de sentirse rechazado con objeto de prevenir comportamientos negativos o violentos.

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