Pero un grupo nutrido de vecinos de estas barriadas se tomó este anuncio como una tomadura de pelo electoralista y se plantaron en la puerta del Ayuntamiento con pancartas en las que mostraban su descontento. «Basta ya de mentiras», se leía en varios carteles.
Además de asistir al espectáculo de verse rodeado de manifestantes, dentro de su coche oficial, Camps tuvo que atender personalmente a la mujer antes citada, que le comentaba que estaba harta de aguardar la vivienda prometida hace ya años, en el interior del edificio consistorial, delante de todo el mundo.
El presidente pudo presentar sin tantos sobresaltos, una hora después, el proyecto de palacio de congresos en Alicante, un diseño vanguardista con forma de cascada vegetal de 40 metros de altura.
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