RAFAEL MATESANZ.FUNDADOR DE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL DE TRASPLANTES
OPINIÓN

La historia camina en círculos

El doctor Rafael Matesanz posa frente al Hospital La Paz.
El doctor Rafael Matesanz posa frente al Hospital La Paz.
JORGE PARÍS
El doctor Rafael Matesanz posa frente al Hospital La Paz.

Ocurre en todos los órdenes de la vida. En la moda, en el pensamiento, en la política… A veces se presenta como de rabiosa actualidad algo que lo estuvo hace 20, 30 o 50 años, que dejó de usarse por otras alternativas y que vuelve porque las circunstancias han cambiado, porque hay algo nuevo más eficiente o porque, a falta de ideas, mejor mirar a lo vintage.

En la donación de órganos sucede algo parecido. Cuando alguien necesita un órgano para trasplantarse, este puede proceder de otra persona viva, como sucede con el riñón como órgano par o el hígado, del que se puede trasplantar un fragmento que luego se regenera hasta alcanzar el tamaño previo. Ello no es posible con órganos vitales como el corazón, y solo lo es con carácter experimental para pulmón, páncreas o intestino. Los primeros trasplantes que funcionaron fueron de riñón entre hermanos gemelos en los años 50 y, de hecho, el récord de supervivencia de donante y receptora lo tienen las canadienses hermanas Nightingale, que en 1960 tenían 12 años cuando una le dio el riñón a la otra y hoy tienen 69, con una salud excelente 57 años después.

Pero la donación de vivo se vio superada en número por la del donante en muerte cerebral, que hoy representa en el mundo un 60% del total. La definición de los criterios de muerte cerebral y la instauración de legislaciones adecuadas en los años 70 dio lugar a la eclosión de esta forma de donación, que pasó a ser la referencia y, de paso, arrinconó a otra modalidad que había protagonizado los primeros trasplantes de donante fallecido gracias al arrojo y la pericia de los primeros cirujanos que se dedicaron a estas tareas: la donación en parada cardiaca.

Desde siempre, la muerte de una persona se ha asociado a la parada cardiaca irreversible, y de ahí la comprobación de si hay o no pulso en la carótida u otra gran arteria cuando se sospecha el fallecimiento. Pero esto es una verdad a medias, porque la vida radica en el sistema nervioso central y la muerte se produce cuando deja de llegar sangre al mismo durante un cierto tiempo como consecuencia de la parada cardiaca. La muerte cerebral se diagnostica cuando mediante las pruebas oportunas se constata que el cerebro está muerto, mientras que el corazón puede seguir latiendo porque el cadáver está conectado a un respirador que hace llegar oxígeno a la sangre y a todos los órganos. Este hecho revolucionó los trasplantes e hizo posible el gran desarrollo alcanzado hoy día.

Pero, como decíamos, en los sesenta y setenta los pioneros obtuvieron los primeros riñones para trasplante de pacientes fallecidos tras una parada cardiaca. De hecho, la primera donación que tuve ocasión de ver, en 1973, fue de este tipo. Incluso Christian Barnard trasplantó el primer corazón en 1967 tras la parada cardiaca del donante. El problema es que los órganos se deterioran en cuestión de minutos cuando no les llega sangre oxigenada, por lo que había que hacerlo con suma rapidez y los resultados no eran nada buenos.

Muchos años después, la limitación del número de muertes cerebrales por algo tan positivo como la reducción de la siniestralidad vial y el mejor tratamiento de la hipertensión o las hemorragias cerebrales ha hecho que la donación en parada cardiaca haya vuelto a primer plano. Con una tecnología que poco tiene que ver con la de hace 40 años, representa ya alrededor del 15% de los donantes en todo el mundo y está en alza. En España, de unos pocos casos a principio de siglo, se ha pasado gracias a un cambio legislativo y una intensa labor de formación a cargo de la Organización Nacional de Trasplantes, a unos 500 en 2016, y más de 600 en 2017, más de la cuarta parte de todos nuestros donantes y cifras aún mayores en algunas comunidades autónomas. Es con diferencia la principal causa de que España siga creciendo y liderando cada vez más la donación en el mundo. Como ejemplifica este caso una vieja técnica modernizada puede servir para salvar muchas vidas. También esto es innovación.

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