PEPE CERVERA. EXPERTO EN TECNOLOGÍA
OPINIÓN

La revolución del humano conectado

Pepe Cervera, columnista de 20minutos.
Pepe Cervera, columnista de 20minutos.
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Pepe Cervera, columnista de 20minutos.

El principal inconveniente para extender el uso de las redes de información son los interfaces. Nos comunicamos con los ordenadores a través de sistemas imperfectos y aparatosos: teclados y pantallas en los PCs, diminutos teclados táctiles y pantallas en los móviles, ahora algunas interfaces de voz (muy falibles) en teléfonos y aparatos como el Echo y poco más. Las interfaces con las que le decimos a otras máquinas lo que queremos que hagan son aún peores: volante, palancas y pedales en casi todos los medios de transporte, botoneras y mandos giratorios en los electrodomésticos, y similares. Son medios de comunicación humano-máquina muy ineficientes, lentos y dados a errores que provocan problemas y accidentes. Para recibir mensajes de nuestras máquinas dependemos de diales, pantallas con símbolos y luces de colores; sistemas de emisión de mensajes que no son portátiles y que tienen cada uno un significado, lo que exige entrenamiento previo. La situación, tanto para dar como para recibir información de nuestros sistemas informáticos y mecánicos, es mala.

Ahora imaginemos un ordenador al que pudiésemos dar órdenes con solo pensar en aquello que queremos que haga; que escribiera los textos que imaginamos en nuestra cabeza sin necesidad de teclado, que editara las imágenes con los cambios que visualizamos en la imaginación sin necesidad de ratón o tableta gráfica. Un sistema que enviara sus datos a nuestra cabeza sin necesidad de pasar por los ojos haciendo innecesarias las pantallas, que nos permitiría acceder (sólo con pensarlo) a información de las redes sobre cualquier objeto de nuestro alrededor. Con un sistema así, también podríamos pilotar un avión o conducir un coche como si la máquina formara parte de nuestro cuerpo; como si el metal y el motor fueran prótesis.

La idea existe en la ciencia ficción desde hace mucho y se llama interfaz cerebro-máquina: un sistema para interconectar los impulsos eléctricos de nuestro sistema nervioso central con un ordenador que los tradujera al lenguaje informático permitiéndonos interactuar sin necesidad de ninguna otra interfaz. A lo largo de los años los novelistas y cineastas lo han imaginado de diferentes maneras, desde cascos a enchufes implantados. Ahora gente como Facebook o Elon Musk, creador de Tesla, SpaceX y PayPal, trabajan en ello; se sabe que también Google ha mostrado interés. Si lo consiguen, el mundo cambiará para siempre.

Los primeros intentos están dirigidos, como el proyecto Neuralink de Elon Musk, a desarrollar implantes para personas con problemas de su sistema nervioso central. Es una necesidad urgente y si se consigue aliviará a quienes hoy están postrados por el fallo en la comunicación entre su propio cuerpo y su cerebro. Pero mañana este mismo tipo de sistemas permitirá la comunicación directa entre el cerebro y un ordenador, lo cual significa mucho más: la integración de suplementos mecánicos en el cuerpo y la mente humanas. Con consecuencias difíciles de imaginar en su justa extensión.

La tarea no va a ser fácil: las neuronas no se desarrollan pensando en la futura interconexión con sistemas eléctricos externos, y el modo de funcionamiento del cerebro poco tiene que ver con la circuitería que conocemos. La traducción de impulsos nerviosos (lo que percibimos como pensamientos) en órdenes para una computadora exigirá prodigios de cálculo y la integración de información de vuelta en el cerebro va a necesitar que conozcamos cómo nuestro sistema nervioso construye imágenes y sensaciones. La tarea pondrá a prueba nuestra capacidad para entender la neurociencia y también la electrónica y la informática. Pero cuando se consiga, si se consigue, la especie humana habrá cambiado para siempre adquiriendo no sólo capacidades sobrehumanas, sino algo mucho más potente: la capacidad de añadir nuevas capacidades a voluntad. El adiós a las interfaces va mucho más allá de perder de vista teclados y pantallas: es una revolución.

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