ISASAWEIS. ESCRITORA Y BLOGGER
OPINIÓN

Tu vida cambiaría solo con girar la cabeza

Isabel Llano, Isasaweis, presenta sus dos nuevos libros, 'A ratitos' y 'De momentos', el día de San Valentín.
Isabel Llano, Isasaweis, presenta sus dos nuevos libros, 'A ratitos' y 'De momentos', el día de San Valentín.
JORGE PARÍS
Isabel Llano, Isasaweis, presenta sus dos nuevos libros, 'A ratitos' y 'De momentos', el día de San Valentín.

Trabajo en el salón en una mesa pegada a la ventana. Tengo un despacho, pero me gusta trabajar aquí porque hay mucha luz y eso me da alegría.

Paso horas sentada en esta silla desde donde sólo veo la carretera y el edificio de enfrente. En los bajos hay un kiosko y un local que ya ha pasado por varios negocios, una cafetería, una pastelería, otra cafetería con una pequeña terraza...

A lo largo del día veo pasar a varias personas, tampoco muchas, no es una calle muy transitada, pero ese goteo de gente me parece perfecto. Me gustan los días de sol, se les ve contentos. Los días de lluvia suelen ir rápido, tapados con sus paraguas o mirando hacia abajo, y no reparo mucho en ellos, pero los días soleados me encanta mirarlos. Caminan con un gesto tranquilo y me suelo preguntar a dónde van y si serán felices.

Los transeúntes son personajes de reparto en mi historia, van de un lado a otro de la calle, entran en el kiosko, se sientan en la terraza de la cafetería y desaparecen. Quizás pasen otro día, pero lo harán con otra ropa y otro accesorio y yo ya no los reconoceré. Pero este cuento tiene a dos protagonistas: Marcelo y Elena. Ambos viven en el edificio que tengo enfrente. Marcelo en un primero, desconozco la letra, y Elena en el cuarto. No sé cómo se llaman en realidad, nunca he hablado con ellos, pero yo los llamo así.

Marcelo es un chico moreno de unos 45 años. Cada mañana se asoma varias veces a la ventana de la cocina para fumar, así es como le conocí. Su ventana no tiene cortinas y en el marco hay dos maceteros con plantas artificiales, lo sé porque llevan meses idénticas. Fuma demasiado. Cualquier cigarro es demasiado, pero Marcelo sale a la ventana 8 o 10 veces cada mañana. Puedo ver su tendal, que permanece ahí siempre. Mi madre le diría que lo sacara cuando fuera a cocinar, pero Marcelo es así, y eso le preocupa poco. Su trabajo le estresa, pero no lo sabe nadie. Ve a sus amigos de ciento en viento y prefiere no contarles sus problemas.

Elena es algo más joven, tiene un trabajo creativo y se inspira al lado de la ventana igual que yo. Las cortinas de su cuarto son amarillas y el balcón está repleto de flamantes geranios. Recoge su melena en un moño alto y cuando no está dibujando chupa el lápiz y mira por la ventana. Elena va al gimnasio martes y jueves, hace 5 meses que es vegetariana y se siente bien, pero lleva tiempo encontrándose sola.

Marcelo no sabe que si mirara hacia arriba vería a Elena y si ella girase la cabeza hacia la izquierda, le vería a él, y tal vez se sonrieran y se gustaran.

Yo les veo cada día y pienso que hoy lo harán y que así comenzará una bonita historia de amor. Luego Marcelo acaba su cigarro y cierra la ventana de la cocina, y a Elena le llega la inspiración y continúa trabajando.

Mañana la vida les dará otra oportunidad.

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