No es que tenga nada que esconder pero me preocupa y mucho la alegría con que mis datos personales circulan, son visitados o compartidos.
Primero fueron las llamadas telefónicas de compañías de las que no era cliente ni tenía relación alguna y que tenían mi nombre y número de teléfono porque otra compañía hacía su agosto particular vendiendo mis datos. Un negocio que empezó con el teléfono fijo y que se amplió al móvil, ¡no sea que te escapes! En paralelo, en el buzón de casa llegan las cartas publicitarias de empresas que disponen de mi nombre y de mi dirección. Así, ¡todo bien controlado!
Y si ese tráfico de mis datos personales me preocupa, qué decir de mis datos fiscales. Esta semana se ha hecho público, porque saberlo algunos bien que lo sabían, que "estamos fichados" según palabras de un exjuez y exsenador de ERC, que es el partido que dirige el departamento de economía. Así una persona conocedora de la ley y de las multas y sanciones que comporta no cumplirla, explica en tono jocoso y animado por el auditorio que mis datos, y los tuyos, circulan libremente sin que sepamos quién tiene acceso y lo peor de todo ¿para qué? A mí no me hace ninguna gracia. No me la hacían las llamadas telefónicas y aún menos el presunto ‘uso institucional’ que puedan hacer de mis datos.
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