La violencia es el instinto más irracional del ser humano. Y la violencia que se ejerce contra los más débiles, además de irracional, resulta particularmente degradante. No solo para las víctimas directas, sino también para el conjunto de la sociedad. Por eso, desde que comencé a gobernar la Comunidad de Madrid, una de mis mayores preocupaciones ha sido la de prevenir y condenar cualquier tipo de violencia, pero especialmente la violencia ejercida contra las mujeres, la violencia de género.

El año pasado, 44 mujeres fueron asesinadas en España, 2 de ellas en nuestra región, y para mí esta cifra representa cuarenta y cuatro tragedias donde el odio, la sinrazón y la cobardía se impusieron a la libertad, el diálogo y la comprensión. También son, por tanto, cuarenta y cuatro razones para redoblar esfuerzos y seguir trabajando con más empeño si cabe en la lucha contra esta lacra cruel.

Todos sabemos que cuando el monstruo de la violencia de género llama a la puerta de un hogar, la convivencia familiar, y la estabilidad que esta debería proporcionar a sus miembros, saltan por los aires, ya que las cicatrices que dejan los maltratadores quedan marcadas para siempre en el corazón de las mujeres, de sus hijos, y de todos aquellos que la padecen. La violencia de género puede manifestarse de muchas maneras diferentes -puede ser verbal, física, psicológica…-, pero todas ellas, sin excepción, tienen un efecto corrosivo en la unidad familiar.

De ahí que en la Comunidad de Madrid hayamos querido dar el mismo tratamiento de víctimas a todo el núcleo familiar afectado. Para que todos sus miembros sientan nuestro compromiso y nuestra solidaridad activa. Desde el Gobierno de la Comunidad de Madrid ponemos a su disposición una extensa y especializada red de atención, para que las mujeres, así como los descendientes y ascendientes que forman parte de la familia, puedan superar juntos esta pesadilla.

Porque si de verdad queremos demostrar una actitud de tolerancia cero frente a este problema, resulta fundamental que todos nos pongamos de parte de las víctimas. Por eso, en noviembre de 2015, el Gobierno regional aprobó la primera Estrategia Madrileña contra la Violencia de Género, dotada con un presupuesto de 272 millones de euros y 160 medidas, entre las cuales se encuentra la personación de la Comunidad de Madrid en los procedimientos penales que los tribunales instruyan y juzguen por violencia de género.

Desde la Comunidad de Madrid impulsamos esta política porque tenemos la convicción de que la defensa de los derechos de los madrileños tiene que ser el motor que mueva al Gobierno regional. Y el principal derecho que asiste a cualquier persona es precisamente el de crecer y vivir en igualdad.

Esta igualdad de oportunidades, cuya promoción es una de las prioridades principales del Gobierno regional, resulta fundamental para combatir la violencia de género, que de hecho es la manifestación más extrema de la desigualdad.

Por eso en la Comunidad de Madrid trabajamos por fomentar la igualdad en muy diferentes ámbitos, desde la educación en sus etapas más tempranas, a las políticas dirigidas a favorecer el liderazgo femenino en el mundo laboral. Pero esta es una tarea que concierne a toda la sociedad, y en la que debemos ser conscientes de que todavía queda mucho por hacer.

Cada gesto de desprecio, cada palabra de pretendida superioridad, cada ofensa gratuita, cada afán controlador sobre la mujer, forman parte de ese goteo pertinaz que va llenando el trago amargo de la violencia de género. Por eso, en la Comunidad de Madrid, apostamos por la igualdad de oportunidades, e invitamos a toda la sociedad madrileña a unir esfuerzos para que, como dice nuestra campaña contra la violencia de género, no se produzca "ni una gota más".