¿Cuántas veces te han dicho este verano eso de que ahora ya eres mayor? Se acabó falsificar firmas para justificar pellas, fumar a escondidas en el recreo y estudiar tochos que no tienen nada que ver con eso a lo que de verdad te quieres dedicar. ¡Al fin estás en la universidad! Ya te digo que las de aquí no se parecen mucho a las de las películas americanas, ni las fiestas, aunque San Cemento no está nada mal.

Cuando rellenaste la matrícula, elegiste el resto de tu vida. Bueno, no toda, pero sí una parte muy importante porque de esa facultad en las que vas a estudiar saldrá tu trabajo. Ya verás que lo que de verdad cuenta en la vida son otras cosas, aunque sin dinero en el banco es difícil conseguirlas. Suena feo, pero lo que estudias determina lo que vas a ganar. ¿Has elegido una carrera de letras? Abróchate el cinturón. ¿Tus estudios te llevarán a un trabajo social? Pues en esos el sueldo no es la prioridad. ¿Estás en un grado de números? Igual aprendes a cuadrar las cuentas para comprarte un piso. De lo que estudies hoy depende tu estatus económico mañana. Es tan injusto que el mundo concede excepciones, pero las estadísticas califican los estudios según sus salidas por algo.

Además, deberías haber conjugado estabilidad laboral futura con inquietudes presentes. ¿Con la mayoría de edad recién cumplida sabes realmente a lo que te quieres dedicar toda tu vida? No fue mi caso, ni el de muchos de los que elegimos carreras influidos por lo que son nuestros padres (o lo que esperan de nosotros), lo que van a estudiar los amigos o lo que está de moda. Lo bueno es que a tu edad aún eres joven para poder dar marcha atrás. Yo terminé una carrera y me metí en otra que me llevó hacia donde de verdad quería llegar, aunque no sé si tú podrás hacerlo. Al precio al que está ahora la universidad, te lo juegas todo a una carta.

Y qué importa, si ya te han contado que los trabajos se consiguen por enchufe. Además, que no hace falta ir a la universidad para labrarte un buen futuro, ni te hará mejor persona. Aprender es lo único que de verdad vas a conseguir si estudias lo que te gusta. De eso va la universidad, de apropiarte de lo que saben tus profesores. Algunos serán un coñazo, pero siempre hay uno que te hace sentir como si estuvieras en El club de los poetas muertos. Con tus compañeros te esperan años de cafés, raciones de bravas y trabajos en grupo que acaban en cabreo (siempre hay uno que hace menos que el resto). Serán los primeros amigos con los que compartirás sueños profesionales.

Disfruta a tope la vida en la universidad. En dos días se acaban los exámenes y te encuentras delante del ordenador del trabajo, y eso sí que es hacerse mayor. Bueno, más o menos.