Nada apreciado futuro presidente Trump: Cuentan que Pedro Gómez Aparicio –vaya a usted a saber si es verdad o no–, un periodista que lo fue casi todo en el franquismo, escribía airado en un minúsculo periódico que se publicaba en la minúscula España de posguerra: "Advierto por segunda y última vez al presidente Truman que de no cambiar su política exterior…".

Pues en eso está un servidor, presidente electo Donald Trump: le advierto muy seriamente que me va a tener enfrente; a mí y a Podemos. O no, que nunca se supo si a Truman le llegaron las columnas de don Pedrogó, aunque existen dudas razonables al respecto. Pero pese a todo, mister Trump, creo que Podemos y un servidor nos sentimos en la obligación moral –e inútil– de comunicarle que todo en usted provoca arcadas, que cuanto más se repasan sus palabras y sus gestos resulta usted más nauseabundo y sus ideas –o lo que sean– son éticamente obscenas y a la vez cruelmente infantiles, y que pese a tener una torre a su nombre resulta trágicamente simplón, elemental y básico, paleto. Usted ha conseguido reunir bajo un pelo imposible todo lo más despreciable que puede ser una persona: cruel, xenófobo, machista y, encima, hortera.

Usted, señor Trump, ha llegado a donde nunca debió llegar porque la historia se equivoca muchas veces y luego se arrepiente para volver a equivocarse; la democracia tiene una cara pero también una cruz: usted es un ejemplo; usted es un error y quiera Dios que no se convierta también en un horror. Lleva camino. No hay más que ver los nombramientos que va haciendo para entender el escaso aunque populista mensaje que anuncia su presidencia: proteger el fracking, expulsar a dos o tres millones de personas, lo del muro… O ahora todo lo contrario: de lo dicho, nada o poco. O sea.

En contra de muchos expertos, yo dudo que en una democracia presidencialista como la de EE UU, con mayoría en las dos Cámaras, existan los mecanismos suficientes de control a los posibles disparates de un presidente extravagante. Y es que, además, por ahora, usted tiene los votos porque más fuerte que el clarinete neoyorquino de Woody Allen ha sonado esta vez Balada muda de la Norteamérica olvidada, que Marta Fernández ha descrito en un magnífico artículo en Jot Down.

En fin, futuro presidente, que sepa que desde mi pueblo, un lugar de la remota España, le advierto por primera y última vez que es usted un peligro para el mundo.

Ni suyo ni afectísimo Andrés Aberasturi