Aumentan las ventas de las chuletas electrónicas

Son pinganillos de color carne difíciles de detectar. El 70% de compradores son estudiantes. Algunos los alquilan, aunque puede producir infecciones.
Detalle del audífono inalámbrico comparado con un euro.
Detalle del audífono inalámbrico comparado con un euro.
Yolanda Lázaro
Detalle del audífono inalámbrico comparado con un euro.
El audífono inalámbrico, más conocido como «pinganillo», ha aumentado su presencia en los exámenes universitarios (aunque también en los institutos), tal como indican dos de los principales distribuidores de esta chuleta electrónica en Barcelona, Nitspy y Top Espies (este último despacha casi un centenar al año), que han visto aumentar las ventas del producto.

Dichos establecimientos ofrecen esta tecnología a precios que oscilan entre 550 y 600 euros. A causa de su elevado coste, hay grupos de estudiantes que se compinchan para comprar esta singular chuleta y poder así compartirla, mientras que otros prefieren comprarla y sacarle rendimiento alquilándola después.

Cuidado con la higiene

Una limpieza incorrecta del aparato, extremadamente sensible y que en estos casos pasa de oreja a oreja, puede provocar infecciones, tales como otitis o herpes. A pesar de ello, la popularidad del pinganillo crece entre los estudiantes. Según la tienda Top Espies, el 70% de los pinganillos que venden van a parar a orejas de alumnos, la gran mayoría universitarios. El resto se utiliza para lo que fue diseñado en su origen, hace ya más de 10 años: servicios de seguridad. El audífono inalámbrico es de color carne y mide un centímetro. Éste recibe la señal gracias a una bobina situada en un colgante que se conecta al teléfono móvil u otro transmisor y a través del micro de un manos libres se emite la voz.

El resultado es que el estudiante está en el aula haciendo el examen, y mediante una simple pregunta al profesor, su cómplice sabe la temática que le debe «chivar».  Los  cables que conectan el micro y la bobina van por debajo de la ropa, lo cual los hace imperceptibles para el profesor.Y es que, según sus proveedores, el pinganillo, sumado a las nuevas tecnologías, se convierte en una tentación para los alumnos.

Tecnología para poder copiar

Los amantes de las chuletas buscan evitar que el profesor  les descubra copiando en un examen, y la suma de tecnología e ingenio da resultados inverosímiles. Buen ejemplo de ello es un reloj digital de pulsera, con función de agenda, que permite grabar  letras y números. «Ideal para los exámenes de historia», afirma Xavi, uno de los usuarios de este sistema. Otro método nacido con la tecnología es utilizar el móvil en los exámenes tipo test: un estudiante que haya terminado la prueba puede mandar un mensaje SMS a sus compañeros con las respuestas.

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