Los jóvenes 'sí-sí' desbancan en la Comunidad a los que no dan golpe

  • 101.200 madrileños de entre 16 y 29 años estudian y trabajan.
  • Son menos que hace cinco años.
  • Superan a los 75.800 'ni-ni' que cuando empezó octubre no hacían ni una cosa ni la otra.
Pablo y Miguel comparten piso y son amigos desde la infancia.
Pablo y Miguel comparten piso y son amigos desde la infancia.
JORGE PARÍS
Pablo y Miguel comparten piso y son amigos desde la infancia.

Cumplen a rajatabla con sus estudios, colaboran en tareas de voluntariado y fichan con el empresario como cualquier hijo de vecino. Son los 101.200 jóvenes de la región de entre 16 y 29 años que estudian y trabajan al mismo tiempo (el 8,6% del más de un millón de madrileños en esas edades), según datos del INE a partir de la EPA correspondiente al tercer trimestre de 2010.

Un total de 75.800 jóvenes de la región (algo más del 6% del total) comenzaron octubre sin hacer absolutamente nada: ni estudiar ni trabajar.

Una inactividad que ha dado nombre a toda una generación: los ni-ni, que tienen muy poco en común con sus congéneres, los sí-sí. Unos y otros comparten la franja de edad, pero no coinciden en metas ni objetivos.

En retroceso

"Es un término malintencionado, que demoniza a la juventud. Parece que ni estudian ni trabajan porque no quieren, cuando eso no es así", aclaran desde el Consejo de la Juventud de la Comunidad. Según explican, son muchos los jóvenes que en las últimas convocatorias "se han quedado sin plaza en la FP o no se han matriculado en la universidad porque no se la pueden pagar. Para pagarla hay que trabajar. Y para eso tiene que haber empleo", apostillan. Son muchos los que "se han quedado sin plaza en la FP o no se han matriculado en la universidad porque no se la pueden pagar"

Con todo, tanto los ni-ni como los sí-sí están en claro retroceso en la región. Frente a los 118.300 madrileños que estaban pluriempleados en el tercer trimestre de 2005, hoy son 101.200 los que estudian y trabajan. Igual que los ni-ni, que también han pasado de 118.100 en 2005 a los 75.800 actuales. Para unos y otros la crisis tiene parte de culpa.

Mientras el 75% de los trabajos destruidos durante la crisis fueron de jóvenes (cuya tasa de paro ronda el 40%), cada vez son más los que vuelven a los libros para asegurarse un futuro. En toda España hay un total de 636.000 jóvenes que van a clase (estudios, reglados o no) y que, a la vez, cotizan. En total suponen el 8,4%, algo inferior al dato regional. A nivel nacional son 445.700 jóvenes los que ven pasar sus días mano sobre mano. Son menos que los anteriores, pero han bautizado a todos.

"Hay que tener muy claro lo que quieres"

Pablo Reyes y Miguel Gómez. 21 y 22 años. Estudian y trabajan.

El despertador suena al filo de las ocho de la mañana en el piso que Pablo y Miguel, amigos desde la infancia, comparten hace dos meses. A partir de ahí, su jornada es una auténtica locura. "Vamos juntos hasta la Facultad de Filosofía", cuenta Pablo. Pero allí se separan sus caminos. Miguel, que "aspira a ser escritor", pasa la mañana en las aulas de Filología Hispánica. "Está en el campus hasta casi las dos de la tarde", cuenta su compañero de piso.

Dos horas después le esperan en el tajo. Y es que de 16.00 a 21.00 horas, el futuro escritor trabaja como teleoperador para poderse pagar la independencia. "Es su primera experiencia viviendo solo, la mía es la tercera", aclara su amigo. Pero los dos comparten una idea: "Hay que tener muy claro lo que quieres y llevar una línea de pensamiento". Y todo apunta a que en su caso se cumple. Mientras Miguel responde al teléfono, Pablo hace horas que empezó su jornada en la productora de televisión donde se gana el sueldo.

Y es que aunque va a la primera clase de la mañana de su licenciatura en Filosofía (que estudia "por vocación"), a las diez se marcha corriendo al trabajo, donde estará hasta las tres de la tarde. Luego volverá al campus, pero a Económicas (la segunda carrera que estudia), donde pasará el resto de la tarde.

Entre medias, los chavales tienen que sacar tiempo para llevar una casa. "Hacemos la limpieza general dos veces por semana. Hemos aprendido que es más fácil recoger las cosas en el momento que dejarlas", cuentan. Y todo sin renunciar a sus aficiones: "Yo estoy ultimando el proyecto de una serie de televisión que se va a grabar en enero y Miguel se dedica a su música, a su novia y al guión de una película que estamos escribiendo juntos". Lo que aún no controlan al 100% es la economía doméstica: "Vamos con ajustes, compramos una vez al mes y cuando no nos queda echamos mano de las madres".

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