Los sucesos de El Aaiún marcan un antes y un después en el conflicto saharaui

Foto de la quema de las jaimas en el campamento de protesta saharaui de Gdaim Izik.
Foto de la quema de las jaimas en el campamento de protesta saharaui de Gdaim Izik.
EFE
Foto de la quema de las jaimas en el campamento de protesta saharaui de Gdaim Izik.

Cada vez surgen más voces dentro del movimiento saharaui que piden la vuelta a las armas contra Marruecos. Los estragos del desmantelamiento por la fuerza del campamento protesta -que según el Frente Polisario habrían supuesto la muerte de 18 de saharauis, más de 700 heridos y 150 desaparecidos-; la muerte del Elgarhin Nayem, el joven de 14 años tiroteado en las proximidades de Gdem Izi, y el acoso actual que viven los habitantes de El Aaiún, cercada por la policía militar marroquí, hacen que muchos vean más cercano que nunca el conflicto armado.

El silencio internacional ante la represión saharaui y ante la prohibición de paso a los corresponsales extranjeros ha incendiado los ánimos de los principales líderes saharauis, ya estén residiendo en Marruecos, España o Argelia.

La pugna por este territorio, considerado por el Banco Mundial como el territorio más rico de todo el Magreb por contar con el mayor banco pesquero del mundo y por sus abundantes reservas de fosfatos, se retrotrae a hace 35 años, después de que España concediera la independencia y se produjera la invasión marroquí. En 1988, la ONU reafirmó el derecho inalienable del pueblo saharaui a la libre autodeterminación y a la independencia.

Estos convulsos días, la prensa se hace eco de que la cúpula de la República Árabe Saharaui (RASD), presidida por Mohamed Abdelaziz, mantiene reuniones de urgencia para determinar si vuelven a las armas contra Marruecos, tal y como viene exigiendo uno de sus líderes más carismáticos, Brahim Gali, cofundador del Frente Polisario. Recientemente, Abdelaziz ha advertido de que la vuelta a las armas sigue siendo una opción 'legítima' de los saharauis.

El diálogo, sin frutos

El embajador y ex ministro de Defensa de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Brahim Ghali, ha afirmado que el Gobierno saharaui no descarta ninguna opción, incluida la vuelta a la acción armada, ante la "feroz represión" de las autoridades marroquíes "sobre los territorios ocupados".

La tensión que vive actualmente el pueblo saharaui no tiene precedente desde el alto el fuego de 1991. "Nunca, desde el alto el fuego de 1991, hemos estado tan cerca de una guerra. La confianza de los saharauis en la comunidad internacional se ha acabado. Marruecos ha llevado a cabo una represión feroz con prisioneros, torturas y desapariciones diarias. Existe un silencio sepulcral en los gobiernos europeos que no se entiende. Nadie dice nada." ha dicho publicamente Bucharaya Beyún, delegado de los saharauis en España.

Estos rumores belicistas llegan a una comunidad que se ha caracterizado por su voluntad pacífica y negociadora, pese a las "flagrantes y reiteradas" violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional del país magrebí, como recordó el europarlamentario Willy Meyer, en la rueda de prensa, tras serle denegado el acceso a los territorios autónomos.

Desde 1991 ha habido cinco rondas negociadoras entre el gobierno marroquí y el saharaui. La última, estos días en Nueva York,  bajo el auspicio de la ONU, donde tampoco se ha llegado a buen puerto. Ninguna de las dos partes quiere ceder, pero ambas han acordado proseguir con la quinta ronda de negociaciones desde el alto el fuego, el próximo mes de diciembre. Ahora les toca hacer llegar a las facciones más radicales del Polisario y a la capital El Aaiún, donde se recrudecen los asaltos a los activistas, la idea de que debe primar "el respeto mutuo" entre marroquíes y saharauis.

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