Sitges 2010: 'Thirteen Assassins', samuráis al estilo clásico de la mano de Miike

  • Está dirigida por el incansable director japonés Takashi Miike.
  • Contiene algunas de las mejores escenas de batalla de los últimos años.
  • También se ha visto en Sitges la excelente 'Cold Fish'.
Thirteen Assassins.
Thirteen Assassins.
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Thirteen Assassins.

El japonés Takashi Miike es uno de los directores más prolíficos que existen. No es nada extraño que ruede 3 o 4 películas en un mismo año, y sus largometrajes más recordados siguen siendo la inquietante Audition o Ichi the Killer. También es una presencia habitual, aunque sea sin su presencia, pero sí mediante sus obras, en el Festival de Sitges. En esta edición se ha podido ver Thirteen Assassins (13 asesinos), título que homenajea al clásico Los 7 samuráis de Kurosawa, y rodada de manera clásica.

La película, un remake de un filme de Eichi Kudo de 1963, se confirma como una de las mejores del director, y también una auténtica gozada para los amantes del cine de samuráis, especialmente gracias a sus 45 minutos finales con una cruenta batalla que enfrentará a los 13 protagonistas del título contra un ejército de 200 hombres en una alejada aldea.

La acción nos sitúa a mediados del siglo XIX, en plena decadencia de los samuráis, con un reducido grupo de guerreros, samuráis y ronins, decididos a acabar con la vida de su nuevo señor, el hermano del shogun, un sádico y despótico gobernante fascinado por la violencia y que no duda en humillar torturar y asesinar a su gente.

'Cold Fish'

<p>Cold Fish</p>Otro japonés, Sion Sono, cineasta y poeta, es igualmente inclasificable. Su Love Exposure, título de culto con más de 4 horas de duración, fue galardonado en varios festivales. Imprevisible y genial, no se queda atrás con Cold Fish, o cómo una historia de psicópatas puede iniciarse de la manera más apacible para acabar siendo una de las propuestas más radicales y sangrientas vistas en el certamen.

Narrada con maestría - y con alguna tendencia al exceso -, su protagonista, un apocado padre de familia, casado por segunda vez y con una rebelde hija adolescente, que es propietario de una pequeña tienda de peces. En pocas horas, se verá arrastrado por una espiral de asesinatos por culpa de un individuo de edad madura y aspecto, en un principio, de lo más animoso, cordial y feliz. Son dos horas y cuarto que apenas bajan el listón de un ritmo tan pausado como adictivo. Y saber lo que puede suceder en la siguiente secuencia se hace prácticamente imposible de prever. Sion Sono sigue fiel a su tono y estilo.

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