Pawel estudia con dedicación la Torá en una sinagoga ortodoxa de Varsovia. Treinta años, casado y dos hijos. Nada en su vida cotidiana remite a su pasado adolescente, cuando pertenecía -con la misma dedicación que ahora a la comunidad hebraica- a un violento grupo de ideología neonazi que pululaba por la capital polaca.
El sorprendente giro, una caída del caballo de Saulo, comenzó cuando su entonces todavía novia le mostró una serie de documentos que demostraban que sus familias poseían raíces judías que se remontaban hasta diez siglos.
Tras la noticia, la crisis de identidad. Pawell, según relata CNN, pasó por todos los estadios, desde la ira a la incredulidad. Fue un tiempo extraño, dice, en el que tuvo que dejar de odiarse a sí mismo. "Me miraba al espejo y me odiaba: veía a un judío", relata.
El principio del final de su desgarro interior tuvo lugar cuando pidió ayuda al rabino Michael Schudrich. Fue él quien le enseñó el camino para aceptarse a sí mismo y quien le introdujo en los laberintos de la religión que había odiado durante años. Si aprueba sus estudios, Pawel trabajará como carnicero según los preceptos kosher.
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