Cada día, desde el fondo de pantalla de su perfil en Twitter, una Demi Moore atemporal da la bienvenida a sus tres millones de seguidores elevando el brazo provocador y mostrando la axila, que es hermosa y satinada. Un poco más abajo, hay un destello de carne desvestida y, luego, una bota de cuero que atrapa impúdica la pantorrilla. Por detrás de la hilera de tweets (unos 4.200 en total), asoma la mirada verdosa con la que la protagonista de Ghost arrobó hace dos décadas a la audiencia. Una vez fue el rostro femenino mejor pagado de Hollywood. Aquello sucedió antes de que Reese Whiterspoon o Angelina Jolie dieran la vuelta a ese ranking de cifras.
Envasada al vacío
Demi Moore tiene hoy 47 años, tres hijas adolescentes, dos ex maridos, un marido de 32, una treintena de películas a sus espaldas y casi el mismo semblante de entonces. Sin embargo, admite que ya no hay buenos papeles de cine para ella. Tuerce el gesto cuando explica que es "por la edad". Quizá por ello, ha decidido renovar su galería en Internet con unas fotos en las que aparece en biquini frente al espejo del baño. Allí, cimbrea la cintura para acentuar las caderas estrechas, casi de niña, y lucir el ombligo bien colocado. La larga melena negra cae sobre un hombro, lleva gafas de sol.
Presume de que nunca se ha sometido a una liposucción ni a una operación facial y que su secreto de belleza es "estar feliz" consigo misma, reírse. Tampoco oculta su afición a los tratamientos de estética, al deporte y a las dietas -la más estricta fue aquella en la que sólo podía tomar zumo de limón, sirope de arce y pimienta- . Incluso ha recurrido a un remedio con sanguijuelas que promete eliminar las toxinas del organismo. Aunque no le obsesiona la edad, afirma, no le gusta encontrarse un michelín o una arruga donde antes no había.
A pesar del escepticismo con el que se recibió entonces la noticia de su romance, la pareja demostró que iba en serio cuando en 2005 se casó por el rito de la Cábala ante la presencia de cien invitados, uno de ellos el ex de Demi, Bruce Willis, a quien la actriz sigue considerando de la familia.
Cinco años más tarde, sus protagonistas continúan exhibiendo sus sentimientos en su red de microblogging favorita. A través de ésta se envían 'bombas de amor virtuales' o publican las fotografías más divertidas de su vida cotidiana. Además, las hijas de Demi han aceptado encantadas a ese nuevo padre postizo y cañón.
Una infancia difícil
De niña no tuvo un hogar estable. Su padre dejó a su madre antes de que Demi naciera y su padrastro, Danny Guynes, cambió varias veces de trabajo, lo que hizo obligó a la familia a mudarse hasta 40 veces de ciudad. La actriz recuerda que las riñas entre Guynes y su mujer, ambos alcohólicos, eran constantes. Demi dejó el colegio a los 16 y comenzó a trabajar como pin-up. A los 18 se casó con el rockero Freddi Moore, de quien se separaría unos años más tarde. Con sus primeros sueldos como actriz televisiva comenzó a salir de fiesta y a consumir cocaína. Aquello terminó cuando fue escogida por Joel Schumacher para participar en la película St. Elmo, punto de encuentro (1995). El cineasta le advirtió de que no la contrataría si no dejaba sus adicciones.
Puedes seguirme en Twitter: @clarittis
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios