Un total de 37 personas en riesgo de exclusión laboral ha trabajado como auxiliar de servicio a la ciudadanía durante los últimos seis meses en la capital balear y ha gestionado 738 quejas por parte de los residentes, la mayor parte de ellas relacionadas con materias como el alumbrado, la pavimentación o el mobiliario urbano.

El teniente de alcaldesa y regidor de Bienestar Social, Trabajo, Participación y Cultura, Eberhard Grosske, ha remarcado que esta figura, además de generar ocupación a los parados de larga duración, supone una "magnífica aportación" a la seguridad ciudadana de Palma. Asimismo, ha explicado que estas personas servían de canal de comunicación entre el consistorio y los residentes de forma que trasladaban las quejas y sugerencias de los ciudadanos.

Grosske ha explicado en rueda de prensa que, según un sondeo de opinión realizado a 250 personas de la capital, el 57 por ciento cree que este figura es buena o muy buena, mientras que un 30 por ciento la desconoce y 1,4 por ciento opina que es mala.

El edil ha abogado por incorporar este servicio a los que el Ayuntamiento presta permanentemente puesto que, según él, es "difícil que la seguridad ciudadana sólo descanse en la Policía Local". No obstante, ha señalado que los auxiliares de servicio a la ciudadanía son un cuerpo de proximidad que, además, sirve para prevenir posibles conflictos.

Sin embargo, ha aclarado que durante este año ya no habrá más auxiliares de servicio a la ciudadanía y no supo concretar si se desarrollará esta figura en los próximos años ya que dependerá de los fondos existentes.

Ningún incidente grave

Durante estos seis meses de trabajo no han tenido que trasladar a la Policía Local ningún parte de incidentes graves. Además, ha negado que su presencia provoque un "efecto llamada" a otros 'gorrillas' alegales y ha asegurado que donde están los auxiliares "no hay espacio" para los 'gorrillas'. "Donde esta fórmula se implementa, la otra figura desaparece", ha señalado.

En cuanto a la desaparición de estos 'gorrillas' alegales, Grosske ha apuntado que la inexistencia de un "perfil global" de todos ellos -hay desde personas con problemas graves de alcoholismo hasta quienes buscan recursos extra- impide aplicar una "solución estándar a todo el colectivo".