Las calles de la capital catalana han de abrirse al peatón, ser accesibles a todo el mundo, deben eliminar obstáculos innecesarios y unificarse en criterios de diseño. El estudio La U Urbana. El llibre blanc dels carrers de Barcelona, publicado por el FAD y en el cual han participado diferentes urbanistas, arquitectos, diseñadores, comerciantes y artistas, entre otros, así lo determina.

El volumen, que aspira a convertirse en la primera guía para la ordenación de las vías de Barcelona, analiza desde el pavimento a la señalización, pasando por el mobiliario urbano. El libro destaca como uno de los aspectos en que es más necesario innovar "la construcción de mecanismos para la integración de las personas con algún grado de discapacidad", ya que, según asegura, "buena parte del espacio público de Barcelona no es apto aún" para ellos, por lo que salir a la calle, para este colectivo, se convierte en "una carrera de obstáculos".

Así, considera que se ha de reducir el número de protectores en las calles como, por ejemplo, los pivotes y vallas que los peatones perciben como "objetos que invaden su espacio y tienen que ir esquivando". En este sentido, piden "respetar las distancias mínimas de paso libre" (debe haber, al menos, 1,40 metros limpios para los viandantes) y educar a los conductores para que no sean incívicos y aparquen sobre las aceras.

La U Urbana. El llibre blanc dels carrers de Barcelona también recomienda eliminar, entre otros, los buzones de almacenaje de correos y el exceso de señales verticales, las cuales aconseja agrupar, ya se trate de indicadores de ciudad como de transporte. Y siguiendo con la unificación de criterios, el estudio propone "simplificar los pavimentos de la ciudad", hecho que "ayudaría" a mejorar su mantenimiento.

Los carriles-bici y su ubicación son uno de los aspectos en los que hace hincapié el estudio, que determina que la incorporación de este medio de transporte ha ido "por delante de la implantación de las infraestructuras que le son precisas". En este sentido, los autores aconsejan "sistematizar" la colocación de los carriles-bici, diferenciarlos en las zonas en las que conviven con coches y peatones y hacerlos más seguros. Asimismo, instan a la creación de aparcamientos para que no haya bicicletas "atadas en cualquier sitio".