Hola a todo el mundo: «Lo nuestro no es sólo música; son más bien artes escénicas»

Un nombre imposible de olvidar (y de una longitud que ha hecho que se les conozca también como HATEM), una formación ambiciosa (cinco, camino de seis), una música ensoñadora llena de detalles (violines, campanas, acordeón, banjo, etc.), una estética impecable... ¿Les falta algo para ser la banda debutante del año?
Hola a todo el mundo
Hola a todo el mundo
Luis Díaz Díaz
Hola a todo el mundo

Los conciertos de los madrileños HATEM son puro espectáculo. Sobre el escenario, un despliegue acogedor (flores, cadenas de luces, instrumentos poco habituales, su bandera) y cinco músicos fuera del espacio y el tiempo. Con cuatro canciones colgadas en Myspace actuaron en el Wintercase, el Festival de Otoño, el Primavera Sound... Ellos son Hola a Todo el Mundo y su primer disco, homónimo y autoeditado, se publica el 1 de marzo. Diez canciones de larga duración, con infinidad de matices, son su carta de presentación; pero detrás del grupo hay mucho más por descubrir. Hay magia.

Dicen que buscáis cantante. ¿Con cinco miembros no es suficiente?

Podemos subsistir, pero las canciones están pensadas para seis. En casi todas hay arreglos que no podemos tocar ahora, necesitamos a alguien polivalente —al menos que cante y toque la guitarra— para que se parezca más a lo que está grabado.

¿No es un problema ser tantos?

Es más difícil coordinarse, pero también mucho más enriquecedor. El resultado no es el mismo con 3 personas sobre el escenario que con 6. Y es divertido, los viajes son como ir de excursión. Está muy bien.

¿Ésa era la idea inicial o ha ido creciendo sobre la marcha?

Queríamos hacer algo grande, pero porque el sentido musical era ése, se iban a necesitar muchas manos para tocar muchos instrumentos que hemos ido incorporando poco a poco. Y por eso nuestras canciones son largas: en dos minutos y medio serían un follón, así cada instrumento tiene su momento y te da tiempo a disfrutarlo.

Imagino que habréis tenido muchas ofertas. ¿Por qué autoeditáis?

Por puro convencimiento, no por descarte o desencanto, y por nuestro grado de implicación. Hicimos el planteamiento al revés: nos pusimos a grabar y, cuando llegó el momento de decidir, el proceso nos llevó de manera natural a la autoedición. Era lo que más nos llamaba, queríamos vivirlo todo de primera mano, para bien y para mal. En lugar de comprar un coche o decorar la casa, nos hemos dado el capricho de grabar un disco como hemos querido e invirtiendo las horas que han hecho falta. En ese sentido ha sido decisivo el papel de Luca Petricca [productor] y los Estudios Reno. Hemos encontrado nuestro sonido.

¿Y cómo es el sonido de HATEM según vosotros?

El tipo de baterías y de percusión es muy concreto y muy nuestro, es algo que define mucho el sonido del disco. También el tratamiento de las voces, que son muchas pero no suenan a coro de iglesia, ni los violines a filarmónica... se integran con lo demás. Y la mezcla ha sido un proceso largo pero fundamental, ha quedado increíble. Un amigo nuestro que grabó arreglos de viento nos dijo: «Está en 3D». Cada cosa tiene su sitio.

Vuestro nombre entre ramas apenas se lee en la portada. ¿Vais de incógnito?

Hay una casualidad curiosa: el nombre del grupo viene de un poema de Walt Whitman y la primera edición de Hojas de hierba es muy similar a nuestra portada, también con hojas y ramas... pero ha sido una coincidencia, el diseñador ni siquiera lo sabe todavía [risas]. El disco es un concepto global, se entiende como conjunto: por fuera sobrio y oscuro, por dentro luminoso y con mucha información (acertijos, palíndromos, poemas...). Es un poco de esa mística pagana como de ocultismo, pero que no tiende al satanismo, sino a todo lo contrario: partir de lo oscuro para llegar a la luz, a lo vital. El diseño, las letras, las canciones, la música, el logo... son un todo coherente. Detrás de lo ambiguo, lo incomprensible, lo oscuro, se encuentra el origen de la luz, que se puede entender como la consciencia, el entendimiento. Es una idea un poco pesada, existencial, pero lo llevamos a un punto más cotidiano.

A mí me parece un poco hippie. ¿Os sentís identificados con este movimiento?

Sólo somos cinco personas haciendo música juntos, como cualquier otro grupo. Si nos pones en el 68, igual sí que pasamos por una especie de comuna... [risas]. Hombre, tenemos más en común con los hippies que con el rap, pero si nos afeitas y nos cortas el pelo... Quien nos vea lo pensará por la música, por similitudes estéticas, pero en realidad estamos en constante movimiento. La etiqueta está bien para situarse un poco, pero no se puede congelar el momento. El hippismo aportó muchas cosas, pero no es lo nuestro.

Una parte muy importante de Hola a Todo el Mundo es la estética. Es un tema peliagudo que se suele echar en cara a los grupos, pero también una diferencia.

La música se puede hacer de muchas formas, pero nuestro concepto es más de artes escénicas. Nuestra música es muy vital, si no nos lo creemos y lo demostramos en el escenario resultaría totalmente artificial. Además de tocar lo mejor posible, queremos que quien viene a vernos se encuentre algo bonito, es una manera de sumarle algo más a la música y la composición. Todo lo que rodea al grupo lo asumimos como una cuestión de concepto: la puesta en escena, el cartel de un concierto, etc. Si podemos intervenir, mejor, porque es parte de la identidad y del mensaje que queremos transmitir. Incluso el local de ensayo, que sólo lo vemos nosotros, tiene su bandera, sus luces... Es algo que nos hace falta, es agradable, y nos sale solo, de manera natural.

¿De dónde habéis sacado vuestra bandera?

La cosió a mano la madre de Ari [cantante]. Nos gusta tener nuestra propia iconografía y esto es un buen símbolo, toda comunidad necesita sus elementos definitorios.

Presentan su disco el 5 de mayo en El Sol (Madrid). www.myspace.com/holaatodoelmundo

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