Generaciones enteras de madrileños han bebido y jugado en los 4.000 caños públicos que, según la Fundación para el Progreso de Madrid, poblaban las calles y plazas de la capital hasta la década de los ochenta. Treinta años después, el Ayuntamiento reconoce que sólo quedan 1.843 de aquellos surtidores y que buena parte de ellos (más del 50%) han desaparecido porque "ya no eran necesarios".

Por distritos, Fuencarral parece haberse salvado de la quema. En él quedan (según datos municipales) 175 fuentes públicas. Le siguen Moncloa-Aravaca (151); Villa de Vallecas (149) y Tetuán (110). Donde menos fuentes hay a día de hoy es en Retiro (29) y Centro (41). En los grandes parques (Retiro, Oeste...), el Consistorio asegura mantener 149 "porque es donde más las piden los vecinos" por razones de ocio y deporte, explican.

Mientras el Ayuntamiento asegura que los surtidores se desmantelaron por higiene y contaminación (algo que comenzó con Álvarez del Manzano porque los toxicómanos limpiaban en ellas las jeringuillas), el experto en toponimia madrileña Luis Miguel Aparisi atribuye su desaparición a razones de otra índole.

"Es un horror"

"Ha habido un desprecio absoluto de este patrimonio porque no es inmediatamente útil y no recauda como los parquímetros", asegura. Además, recuerda que una ordenanza de la época prohibió lavar los coches en la vía pública (algo muy común para lo que los vecinos usaban las fuentes) y de ahí su eliminación.

Una opinión que comparte CC OO, donde califican de "horror" el desmantelamiento de la red de surtidores y no entienden su eliminación.

Por su parte, el presidente  de la Asociación de Vecinos del barrio de la Justicia, José Carlos Nicolau, considera "una pena que con el agua tan estupenda que tiene Madrid no puedas lavarte las manos o beber en la calle, además de perder una tradición. Eso sí, hay que hacerlo con civismo".

Vecinos y arquitectos, a favor

Los vecinos de Orcasitas llevan años pidiendo que su emblemática fuente Mujer con Cántaro vuelva a echar agua tras el "abandono municipal" que padece.

Los vecinos aseguran que el agua es "agradable", algo que defiende también la decana del Colegio de Arquitectos de Madrid, Paloma Sobrini: "No son costosas y debería potenciarse la cultura del agua".