Para hacerlo, monseñor Osoro alienta sobre todo a "formar conciencias" para "redescubrir el nexo inseparable entre vida y libertad, pues no hay libertad verdadera donde no se acoge y ama la vida, y no hay vida plena sino en la libertad".
Asimismo, el arzobispo de Valencia anima a los cristianos de la archidiócesis a "trabajar cada día con más fuerza y más claridad" para "no correr el riesgo del permisivismo en cuestiones de fondo relacionadas con la esencia del matrimonio y de la familia" y destaca cómo la unión "sincera y respetuosa" de los cónyuges, así como "la paz entre los hermanos, el respeto a los padres, el acogimiento de cada hijo que desde las entrañas maternas es una vida que merece nuestro amor y respeto, son realidades que nos deben de acompañar y que nos transforman en luz de nuestro tiempo".
Sobre la Navidad, monseñor Osoro exhorta a vivirla desde la "humildad de los pastores de Belén a los que Dios reveló su presencia en primer lugar" y a "no escamotear la presencia de Dios". El prelado sostiene que la humildad "es necesaria para tener experiencia viva del Dios que nació en Belén" y asegura que "sólo a los humildes se acerca Dios".
En su carta, monseñor Osoro evoca "cómo los pastores se hicieron niños, se hicieron pequeños, es más, se dejaron iluminar de lo alto y por eso se hicieron adoradores, que es la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador" y considera que "cuando vivimos desde esta actitud, es cuando alcanzamos la capacidad para percibir, desde la adoración a Jesús en Belén, que uno es bienaventurado".
En su mensaje navideño, el Arzobispo considera que "adorando al Señor en Belén, tenemos la humildad de no eliminar a Dios de la vida y de la historia de los hombres". Por ello, pide que "no nos escamoteemos de la presencia de Dios" para "evitar que la humanidad sea víctima de un progreso técnico irracional e inhumano". A este respecto, el prelado manifiesta que "una humanidad que no acoge a Dios, entra por el camino de la muerte y de la atrofia espiritual que vacía el corazón de los valores más grandes y corre el riesgo de sembrar la destrucción".
Por otra parte, el Arzobispo invita a tener "la humildad de reconocer que el Evangelio es un mensaje perenne para todos los hombres y todos los tiempos". En consecuencia, insta a anunciar "sin complejos de ningún tipo" y "con entusiasmo y audacia" el Evangelio en medio de una sociedad "que no es inmune a las tentaciones de secularización, hedonismo y relativismo". Sin embargo, "puede más y tiene más fuerza el Evangelio".
Asimismo, monseñor Osoro invita a tener "la humildad para descubrir la grandeza de la familia, ante la familia de Nazaret" y subraya que la familia "espera de la sociedad ser reconocida en su identidad y aceptada en su naturaleza de sujeto social. Esto está unido a la identidad propia del matrimonio y de la familia".
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