El Tratado de Lisboa marca el rumbo a la UE

Roma, Maastrich, Ámsterdam, Niza y, ahora, Lisboa. La capital lusa ha sido la última ciudad europea encargada de dar nombre al tratado que ha entrado en vigor este martes para regular el futuro de la UE. Por este motivo, Lisboa se convierte este 1 de diciembre en escenario de una celebración en la que estuvieron presentes los representantes de las instituciones europeas y a la que tenía previsto acudir el presidente del Ejecutivo español, José Luis Rodríguez Zapatero.

Concluye así un largo proceso iniciado en 2002, poco después de que se aprobara el Tratado de Niza, vigente hasta ahora. Y es que los líderes europeos ya eran por entonces conscientes de que un texto diseñado para regular el funcionamiento de los 15 estados que por en aquel momento componían la UE no podía ser igualmente válido para una Europa ampliada.

El fracaso en la aprobación de la Constitución europea, incapaz de sobrevivir a la negativa en sendos referéndums en Francia y Holanda, hizo que en 2007 comenzara a gestarse un nuevo texto. El 13 de diciembre de dicho año, los Veintisiete se reunirían en Lisboa para firmar un tratado que debería ser posteriormente ratificado por cada Estado miembro, de acuerdo con sus normas constitucionales.

Los principales obstáculos, en esta ocasión, venían de la mano de Irlanda y República Checa. El primero ratificó el tratado en el referéndum celebrado el pasado 2 de octubre y el segundo se convertía el pasado 3 de noviembre en el último país europeo en darle su visto bueno. Todo quedaba listo para su entrada en vigor en diciembre.

Más poder para el Parlamento

  • El Tratado de Lisboa introduce la figura del presidente estable del Consejo, con el cometido de dirigir por un período de dos años y medio, renovable una sola vez, las reuniones de los líderes comunitarios y de representarlos en los foros internacionales. El cargo será desempeñado por el belga Herman Van Rompuy.
  • Crea la figura del ministro de Exteriores de la UE, que amplía las funciones del Alto Representante de Asuntos Exteriores, un cargo será ocupado la británica Catherine Ashton, que toma el relevo de Javier Solana.
  • Incluye la Carta de los Derechos Fundamentales, que será jurídicamente vinculante.
  • Incrementa la competencia de la UE para firmar tratados.
  • Otorga más poderes al Parlamento, extendiendo el procedimiento de codecisión con el Consejo a un mayor número de áreas políticas.
  • Permite el proceso de ampliación, suprimiendo la limitación a 27 Estados miembros que preveía el Tratado de Niza.
  • La Comisión mantiene la iniciativa legislativa, aunque deberá tener en consideración las peticiones de los europeos si son firmadas por un millón de ciudadanos.

España jugará un papel fundamental en el arranque del tratado. Y es que la presidencia española de la UE, durante el primer semestre de 2010, será la primera plenamente regulada por el nuevo marco, que cambia de manera sustancial las reglas de juego y confiere a la Unión más competencias y visibilidad.

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