"¿Qué dije yo en la campaña? Que el cambio es difícil. Y los grandes cambios, aún más difíciles. Tras nueve meses, sabéis que no bromeaba". Así se ha explicado Barack Obama esta semana, cuando cumple un año de su elección como presidente de EE UU y, con motivo de la fecha, los medios de comunicación repasan sus logros y fracasos.
No ha recibido ningún revés demasiado serio, pero también es cierto que tampoco un gran éxito. En términos cuantitativos, el balance lo ha hecho la web politifact.com con la opinión de más de 60 periodistas. El resultado es: 51 promesas cumplidas, 14 a medio resolver, 7 rotas, 14 estancadas, 129 en trámites y 300 aún sin evaluar.
Si se opta por un análisis menos frío que las cifras, tal vez lo más llamativo es el repunte que ya muestra la economía (que no el empleo) y, sobre todo, la estancada reforma sanitaria para alcanzar una cobertura universal. Es su gran proyecto. De tanto calado que, de lograrlo, quedaría para siempre como marca de su presidencia.
Pero es también el paradigma de las dificultades para cumplir sus proyectos. En Estados Unidos, la vertiente más conservadora no ha tenido problemas en calificar la medida de comunista. Mientras, entre los propios demócratas, con libertad de voto en el Congreso y Senado, los hay quienes la ven demasiado progresista (y cara) y otros que critican su tibieza, fruto de la necesaria negociación.
Nobel
Fuera de sus fronteras, Obama aún mantiene su prestigio, como lo confirma el Nobel del Paz, recibido más por el cambio de rumbo que por los logros. Su receta ha sido una mano tendida, como mostró en su histórico discurso en El Cairo (Egipto).
La ha aplicado con Irán, Cuba y Rusia, país este último con el que ha cedido en el polémico escudo antimisiles. Pero es una receta para cocinar a fuego lento.
En definitiva: "Yes we can", pero con tiempo.
Popularidad a la baja
Las encuestas lo dejan claro: la popularidad de Obama está en su nivel más bajo desde que llegó a la Casa Blanca.
El 51,1% de sus compatriotas aprueban su gestión y el 43,9% la suspenden, según Real Clear Politics. George W. Bush hubiese envidiado este apoyo popular, pero esa diferencia de 7,2 puntos ha de preocupar a quien llegó a tener, a principios de febrero, hasta 40 puntos de apoyo a su favor.
Esto, unido a las derrotas de los demócratas el martes en dos de sus feudos, Virginia y Nueva Jersey, ha provocado que el debate sobre el desgaste del presidente se instale en los medios. Especialmente, claro, en los más conservadores.
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