Ocho meses después de que la campaña de la marca francesa Marithé François Girbaud fuera censurada por transformar a los apóstoles de la Última cena de Leonardo Da Vinci en glamourosas jovencitas, algunas de ellas levemente escotadas, la casa de apuestas Paddy Power vuelve a escoger la obra del pintor italiano para adaptarla a sus necesidades publicitarias.
En esta ocasión los creativos han renovado el escenario y lo han convertido en un casino donde Jesucristo se aferra, en vez de al cáliz, a los amarracos, mientras que los apóstoles se juegan los cuartos y piden carta. Sobre sus cabezas, flota un eslogan: “Hay un lugar para la diversión y el juego”.
La asociación de control de publicidad irlandesa, la Advertising Standards Authority, ha recibido hasta ahora más de 100 quejas en relación al anuncio, “más de las que habíamos recibido antes por cualquier otro tipo de publidad”, han comunicado fuentes de la organización.
El arzobispo de Dublín, John Nelly, reconoció que el cartel podía resultar ofensivo para los sectores católicos.
Por su parte Power declaró que la Última cena era el contexto ideal para situar su mensaje publicitario debido, precisamente, a que se trataba del lugar “más inapropiado para el juego” y añadió que algunas personas "se lo han tomado demasiado en serio".
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