Wire: «La gente ya no cree en los discos, cree en las canciones»

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Adam Scott
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Cuatro acordes y unas nociones básicas («yo era el único que sabía tocar algo, y nunca he sido un gran guitarrista», admite Colin Newman). Wire no necesitaron mucho más para convertir Pink flag (1977) en un disco de culto. Ahora que los grupos se preocupan más por el continente que por el contenido, vuelven los jurásicos del punk para recordarnos de qué va eso de reinventar la música con los medios justos. Wire no son los únicos que se reforman: John Lydon está preparando el retorno de PiL y ya hemos podido ver en los escenarios a Gang of Four.

Al habla con Colin Newman vía Skype (¡Wire se suma al 2.0!) antes de la gira española del mítico grupo pospunk (Barcelona, Madrid y Cádiz, el 7, 8 y 9 de octubre, respectivamente). El guitarrista se pone punk y tira por tierra algún mito. Por ejemplo, la conciencia política de las bandas británicas de los años setenta.

Hablamos con el músico, nacido en Salisbury en 1954, por Skype (Wire también se suma al 2.0). Faltan pocos días para su minigira: Barcelona, 7 de octubre: Apolo; Madrid, 8: Ramdall, y Cádiz, 9: Monkey Week. Es la segunda vez que el grupo viene a España y todavía resuena la potencia pop de su álbum de hace un año, Object 47.

En esta entrevista, Newman se muestra partidario de que las conexiones a Internet incluyan un plus por descargas de contenido, arremete contra la falsedad cool frente a la autenticidad del punk (no puede haber uno nuevo, pero se puede reformar la idea, dice) y confiesa adorar a Animal Collective.

Vuestra carrera es bastante intermitente. ¿Os ayuda a mantener la ilusión en cada reunión?

Sí, porque las razones que nos llevan a reunir a Wire son siempre mejores que las razones que nos llevaron a comenzar el grupo. Cuando nos volvimos a reunir en 2004, el resultado fue muy bueno, y nos gustó mucho, porque si las cosas no hubieran ido bien, no habría tenido sentido volver a reunirse. Además, la gente tiene mayores expectativas cuando te reúnes.

Tener grupos paralelos como Githead, ¿ayuda a evitar el desgaste?

Sí. Además, en los ochenta nadie pensaba que la gente se acordaría de Wire. Incluso nosotros pensábamos que terminaríamos llevando una vida corriente con trabajos normales. Pero todo fue creciendo y se volvió más grande. Tampoco se trata de que alguien invirtiera dinero, sino que el nombre de Wire creció gracias al boca a boca. Creo que se debe a que cuando empezamos teníamos ganas de romper con todo lo que habían hecho las generaciones anteriores, no queríamos hacer algo convencional. Ni siquiera sabíamos tocar bien. Era una actitud muy sencilla, era muy liberador poder hacer cosas pasando de las habilidades técnicas. Pero para mí siempre se trata, sobre todo, de tener buenas ideas.

¿Es posible ahora un nuevo punk?

No, no lo creo. Aunque ahora también atravesamos una situación difícil, si miro a Europa, lo que encuentro es que el público que viene a vernos es muy joven. Vienen a los conciertos porque tienen algún tipo de ingresos y nada más que hacer con su tiempo. Así que puede que estén estudiando y ni siquiera tengan trabajo, y sólo necesitan unos euros para salir y ver a un grupo y emborracharse... Pero no piensan en un esquema global, en cómo funciona la economía... Nada de eso. Crecí en los setenta y estaba en la universidad. Mis semanas sólo tenían 3 días de clases y lo único que me interesaba eran las chicas. Creo que a los 22 años sí hay gente que filosofa, pero son ideas poco profundas. En el fondo, lo único en lo que pensábamos todos era en colocarnos y follar, acostarnos con alguien.

Pero con la crisis que estamos atravesando, la gente debería estar más concienciada...

Ahora la gente tiene una mentalidad de escuela de rock: han visto algunas imágenes de los sesenta, se visten como en las fotos y deciden tomar muchas drogas. En realidad es bastante deprimente. Cuando ves a gente como Amy Winehouse te dan ganas de decir: «¡Búscate una vida!». Es gente que en realidad no está interesada en la música y sus fans tampoco. Sólo quieren parecer cool. Para Wire siempre se ha tratado de arte, de buscar nuevas formas de hacer las cosas y no de llevar una forma de vida determinada. Si ves a alguien de mi edad que sea yonqui, no tiene un aspecto cool, parece un vagabundo.

¿Qué opinas de los rápidos y drásticos cambios que están convulsionando a la industria musical?

Es complicado... a estas alturas da igual si hablamos de majors o de sellos independientes. Lo cierto es que la gente más joven que yo ya no entiende la necesidad de pagar por escuchar algo. Están siempre conectados a Internet y pueden descargar lo que quieren... ¿Por qué tendrían que pagar? Pero creo que va siendo hora de que los gobiernos empiecen a pensar seriamente cómo los artistas pueden ser recompensados por el hecho de que la gente se descargue su música. Hay que hacer algo de alcance internacional.

¿Se le ocurre alguna solución?

La gente consigue el contenido gratis, pero los proveedores de Internet ganan dinero por prestar un servicio que los clientes contratan porque quieren descargar cosas gratis. La conexión a Internet tiene que incluir el coste del contenido. Va a ser muy difícil de conseguir, porque no se trata tampoco de dar el dinero a las discográficas. Si quiero algo, pago por ello, porque creo que si un artista se puede permitir componer es porque recibe dinero a cambio. Por otra parte, ahora se hace dinero en los conciertos, porque un DVD nunca va a sustituir la experiencia de asistir y disfrutar de una actuación en directo. En cierto modo estamos volviendo a los años cincuenta. El disco se ha convertido en un anuncio del concierto. La gente ya no cree en los discos, cree en las canciones.

Ahora sería imposible hacer un disco conceptual. Tengo la impresión de que nadie lo escucharía entero...

Probablemente ésa sea una razón muy buena para hacerlo [risas]. Internet también tiene otros aspectos a resaltar. Por ejemplo, terminar con las restricciones geográficas. Ahora tú y yo estamos hablando a través de una conexión de Internet, nuestra conversación se va a publicar, habrá quien la lea y quien incluso se acerque a nuestras actuaciones en España tras leerla... Todo tiene que ver con la comunicación. Tras los conciertos siempre se te acerca gente, y yo intento ser accesible porque no quiero estar en un pedestal. En el escenario estás separado del público, pero no quiero que sea así en la vida real.

Sois muy dados a regresar y revisar vuestro trabajo. ¿Es porque lo entendéis como un work in progress?

Todo es un work in progress, la vida también. No soy la misma persona que era hace 10 años, ni siquiera la misma que hace 5 minutos. Eso es lo único que hace que el ser humano evolucione. Lo que no se desarrolla muere de forma inevitable.

Para muchos fans, sin embargo, Wire son Pink flag. ¿Os pesa la influencia e importancia de aquel disco de debut?

Hay fans de Pink flag y hay fans de Wire. Los de Wire ni siquiera consideran que ése sea nuestro mejor disco: casi siempre me dicen que su favorito es 154. Si me hubieran dado un euro por cada persona que me ha dicho eso, ahora sería muy rico. Pink flag es el disco favorito de los que no son fans de Wire porque es un disco punk pero que, a la vez, rompe con el punk. En 1977 nadie lo consideraba un disco de punk. Pink flag ha envejecido bien, no como la mayoría de los discos que tienen 30 años y no superan el paso del tiempo. Se trata de hacer discos que pervivan...

Bajo esa perspectiva, ¿qué opinas de los discos de ahora? ¿Superan la prueba del paso del tiempo?

No. La mayoría de los discos no superan siquiera los 6 meses porque están grabados con la única intención de hacer dinero.

Pero dentro del underground hay grupos como Lightning Bolt o Wolf Eyes, por ejemplo, que van contracorriente...

Sí, cierto, hay grupos que trabajan sin pensar en el éxito ni en el dinero, buscan su propio público, quieren hacer de sus conciertos experiencias memorables. Ahora es más difícil que antes grabar un disco. Nadie tiene ni tiempo ni dinero para llevar a la grabación la experiencia del directo y, además, los discos no van a vender tanto. Para un grupo que no tenga mucha experiencia en el estudio es mucho más difícil conseguir que algo suene bien. Tienes que estar preparado para invertir tiempo en el estudio, pero, a la vez, las discográficas te presionan para que edites más y más álbumes. En los años setenta, los mejores grupos se tomaban su tiempo para grabar un álbum.

¿Un ejemplo de grupo actual que te guste?

Animal Collective. Es un grupo que ha definido a una generación. Han trabajado mucho y sin grandes presupuestos.

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