Chapurreo con ellos un poco de árabe, un poco de inglés, un poco de nada, y mucho movimiento de manos para que me entiendan.
Les advierto de que las normas de seguridad, etcétera, casi a gritos, a medida que se descuelgan los unos o se alzan los otros, tirando de la cuerda que inclina, maldita sea, el andamio, mientras ellos sonríen, nerviosos, y no saben de dónde agarrarse.
Les deseo suerte y hasta mañana, y luego voy y me confundo, porque a Vanesa Sánchez, de 22 años, no volveré a verla, ni tampoco a su compañero Miguel, que ¿cómo se va a ganar la vida a partir de ahora? mientras los gordos, miserables patrones de la construcción, nos la siguen jugando a todos o, bueno, según quien sea usted, y los tribunales, tan calmos.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios