Jordi Bosch: "Spamalot' es un musical loco y divertido, un rara avis"

  • Jordi Bosch habla sobre su trabajo en 'Spamalot', un musical inspirado en 'Los caballeros de la mesa cuadrada' del grupo cómico Monty Python y dirigido por Tricicle.
  • La obra se estrenará este miércoles en Madrid.
  • Lee la opinión de Tricicle.
Un instante de Spamalot, la obra de los Monthy Python's que el Tricicle llevó a los escenarios españoles.
Un instante de Spamalot, la obra de los Monthy Python's que el Tricicle llevó a los escenarios españoles.
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Un instante de Spamalot, la obra de los Monthy Python's que el Tricicle llevó a los escenarios españoles.

Para Jordi Bosch, el protagonista de Spamalot, el musical que dirige Tricicle y que este miércoles se estrena en Madrid tras su éxito en Barcelona, la obra es "un material especial, un rara avis, porque está a caballo entre la revista y el musical".  Asegura que si no hubiera música y sólo hubiera texto, seguiría igual de loco y de divertido. "Es como una fiesta de teatro", afirma.

¿Cómo lleva lo de cantar?

De momento muy bien (risas). Es el musical ideal, en el caso del rey [Arturo], para un actor que más o menos afina. Tampoco le piden que haga unas grandes coreografías, ya hay un cuerpo de baile que funciona. Por eso pienso que llegó en el momento justo, de decir: “¡Ay, qué ilusión poder hacer un musical!”. Yo pensaba: “voy a terminar mi carrera sin poder hacer un musical” y, mira por dónde, puedo disfrutar del gran musical.

¿Qué es lo que más le gusta de su personaje?

Lo más divertido, que es mérito de los Monty Python, es coger el gran mito del rey Arturo y convertirlo en un hombre que tiene mucha voluntad pero es un poco cortito (risas), como todos sus caballeros. Ahí está la parodia y la ironía. El personaje sigue siendo muy épico, pero con un fondo de un hombre que no da más (risas); pero él, convencido de: “lo que haga falta”.

Usted podría estar haciendo un Shakespeare y está haciendo un rey Arturo de Monty Python…

[Pero] el bagaje del teatro clásico le da esa grandeza: lo que estás diciendo es como si fuera alto Shakespeare, y estás diciendo unas memeces a veces típicas de Monty Python... A veces decimos “es que los ingleses tienen ese arte, que dicen las cosas…” Es que realmente ellos siempre están como si estuvieran diciendo Shakespeare, hagan lo que hagan. Eso te da la gran duplicidad de lo la gran comedia, en la que la situación es lo más importante: es un gran drama lo que le está pasando a la gente, pero cuando un tercero lo está mirando dice “alguien le tendría que decir a ese pobre hombre que es un desgraciado” (risas).

¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de los Monty Python?

¿El primero? Los caballeros de la mesa cuadrada.

¿La película, precisamente?

Síiiii. Cuando se estrenó en España, teníamos 18 o 20 años. Y nos quedamos fascinados. A partir de ahí, [de] todo lo que era Monty Python era ya gran, gran seguidor.

¿Alguna vez había tenido tres directores?

Noooo, nunca (media risa), pero es que yo soy un gran admirador de Tricicle. Es confesable. Lo he dicho por activa, por pasiva y [lo diré] todas las veces que haga falta, porque los admiro realmente. Llevan 30 años trabajando el gag, sus espectáculos son maravillosos, ellos son adorables… Yo siempre decía: “cómo me habría gustado ser un Tricicle”; por cómo hacen la comedia, con aquella minuciosidad y aquel respeto y aquella dignidad… Tienen todo, son unos maestros del gag. Cuando pasó la posibilidad [sic], pensé “qué oportunidad, qué regalo”… El musical y ellos tres; para mí se cumplían unos pequeños sueños que todo actor tiene.

¿Quién manda de los tres?

Realmente son una sola voz. Hay como una entente muy interesante, única. Los ves funcionar y piensas “qué suerte un equipo de tres que funcione tan perfecto”. Son 30 años estudiando el gag, hilando, una precisión, una matemática. La comedia es muy precisa; parece que sales a hacer el gracioso y, no, pide una precisión muy interesante.

¿Han hecho cambios en Spamalot con respecto a las funciones en Barcelona?

Siempre se hacen. Y, sobre todo, manda el público. Si se hace un gag y el público no ríe, se tiene que desechar; no hay ningún problema, ya encontraremos otro. ¿Para qué tienes que aguantar una situación que no funcione?

¿Se puede mirar siempre el lado alegre de la vida?

Hay que hacerlo. Es el único sentido que tenemos de estar aquí, encontrar los motivos buenos. Porque igualmente vamos a estar, ¿para qué mirar lo negativo? Como decía alguien, la alternativa es muy jodida, ¿eh? (risas). Pues ya que estamos aquí vamos a ponernos bien.

¿Se ha fijado en la interpretación de su papel que hace Graham Chapman en la película?

No, pero no por nada. El personaje sí que está en la película, pero en el musical ellos le han dado una vuelta de tuerca un poquito más [sic], creo yo.

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