Los menores cordobeses que han podido sufrir algún tipo de abuso sexual ya cuentan con una herramienta útil en la provincia que les ayude a intentar superar ese episodio.

Se trata del Programa de Evaluación y Tratamiento de Menores Víctimas de Abuso Sexual al que ya pueden acceder en la capital gracias a que la Asociación Andaluza para la Defensa de la Infancia y Prevención del Maltrato (Adima), en colaboración con la delegación de Igualdad y Bienestar Social, abrió en noviembre pasado unas instalaciones que permite la atención oportuna a los afectados.

La delegada de Igualdad y Bienestar Social, Silvia Cañero, informa de que actualmente hay 15 menores cordobeses que están en proceso de evaluación psicológica para determinar si efectivamente han sido víctima de algún tipo de abuso sexual.

Además, hay otros seis niños que ya se encuentran bajo el tratamiento oportuno en estas dependencias ubicadas en la capital. Cañero detalla que dos de ellos finalizarán dicho proceso en breve, ya que lo comenzaron cuando aún tenían que desplazarse a Sevilla.

En esta sede cordobesa de Adima, cuya dirección no se ha facilitado para garantizar la privacidad de los menores y sus familiares, trabajan ya siete profesionales entre psicólogos, varios trabajadores sociales y asesores jurídicos, y todos ellos especializados en casos de abuso sexual a menores.

Los menores que han sido víctima de abusos sexuales no se pueden encuadrar en un perfil concreto, según señala una de las coordinadoras del programa en Córdoba, Carmen Gallardo. Así, Gallardo indica que los niños proceden «de todo tipo de familias, niveles sociales y de cualquier edad».

El programa, al detalle

Las entrevistas que los psicólogos hacen a los menores son grabadas y tienen valor judicial. Se evita que tengan que repetir su vivencia y se sienten más cómodos que en una vista oral. Es la prueba preconstituida.

La asociación Adima sólo trabaja con un menor a petición de instancias como el Servicios de Prevención y Apoyo a la Familia, el Servicio de Protección de Menores o los propios Juzgados.

El tratamiento psicosocial que reciben consta de tres fases: una primera individual; la segunda, con adultos y sus familiares y una tercera en la que participan adolescentes que han padecido abusos.

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