Un congreso de magos latinoamericanos reúne en Lima a más de 500 ilusionistas

  • Los magos se reúnen durante casi una semana para compartir trucos e ingenios.
  • Muchos participan en desafíos para demostrar su valía.
  • Los precios de los aparatos y trucos expuestos oscilan entre los 2 y los 100 dólares.
El mago colombiano Andrés Hinojosa realiza un truco durante el congreso. EFE
El mago colombiano Andrés Hinojosa realiza un truco durante el congreso. EFE
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El mago colombiano Andrés Hinojosa realiza un truco durante el congreso. EFE

Enseñar magia no es patrimonio exclusivo de la escuela Hogwarts de las novelas de Harry Potter. Cientos de magos latinoamericanos de carne y hueso comparten esta semana en Lima sus trucos y secretos en el mayor congreso de magia del continente.

El IX Congreso Latinoamericano de Magia reúne desde el pasado miércoles y hasta el próximo día 8 a más de 500 magos de todos los países de la región, que en una serie de talleres y conferencias se encargarán de difundir a los iniciados los bien guardados secretos de este arcano arte.

Sin capas ni escobas, aunque con algún peculiar sombrero, los asistentes también tienen la oportunidad de comprar las últimas novedades mundiales en magia de manos de sus creadores, así como participar en las competiciones de las que saldrá el mejor ilusionista latinoamericano.

En los salones del hotel limeño donde transcurre parte del encuentro, estos magos, en su inmensa mayoría varones jóvenes de Argentina, Colombia y Venezuela, deambulan entre los puestos donde se exhiben y venden innumerables trucos y materiales para magos.

Entre los clásicos sombreros de copa y pasando por aparatosos sables capaces de ensartar siempre el naipe apropiado, o un truco para hacer desaparecer el torso de las personas, lo que buscan es el efecto ideal para incorporar a su repertorio.

Entre los 2 dólares que cuesta la moneda falsa más barata y los 1.000 que puede valer un aparatoso truco para escenario, aquí los magos encuentran recursos e ideas para todos los gustos, al tiempo que establecen lazos de amistad y cooperación.

Como en cualquier congreso que se precie, los asistentes lucen en su pecho etiquetas con su nombre, aunque todos prefieren ser reconocidos por su alias artístico.

Así, no resulta extraño ver a "Tramper" intercambiar su tarjeta de visita con "El Gran Henry", tarjeta que espontáneamente estalla en llamaradas entre el jolgorio y los aplausos de los presentes.

Según explica Juan Carlos González, el "Doctor Plasker", vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Sociedades Mágicas (Flasoma), organizadora del congreso, parte del éxito de estos encuentros es que los magos ven "los efectos de los trucos de primera mano y tienen la capacidad de acceder al secreto".

"Esta es la gran fiesta de la magia latinoamericana, aquí los magos se capacitan, aprenden de grandes maestros y ven a los "dealers" (tratantes de trucos). De este modo los trucos pueden ser revelados", apuntó González.

Aún así, hay una importante salvedad: para acudir a esta reunión es obligatorio pertenecer a alguna sociedad de magos que te avale, puesto que los secretos "sólo se revelan al iniciado".

Otro de los atractivos del congreso son los concursos de magia, en los que un grupo de destacados ilusionistas juzga a quienes serán los próximos campeones latinoamericanos en cada una de las diez disciplinas.

Para el mago argentino Daniel Raley, el desarrollo de congresos mágicos, lejos de ser un atentado contra una profesión que se caracterizaba por su secretismo, es un impulso para su progreso.

Ahora la magia fundamentalmente se comparte, se intercambian ideas para ir creciendo y evolucionando

"Ahora la magia fundamentalmente se comparte, ya no es como antes que la magia se guardaba. Se comparten e intercambian ideas, y esa es la única forma de crecer e ir evolucionando", apuntó el veterano ilusionista.

Si bien los trucos y repertorios han cambiado en función de las épocas y los distintos públicos y han ido creciendo en espectacularidad, su objetivo último aún pervive con fuerza, según confiesa el afamado mago estadounidense Jeff McBride.

Para McBride, director de una escuela de magia en Las Vegas, la labor de los magos es "inspirar a la gente e impulsar su creatividad, expandiendo los límites de la imaginación", por lo que es importante que se puedan congregar "para crear nueva magia y tener nuevas ideas para llevarlas a sus comunidades".

Así, los congresistas se muestran encantados de compartir sus secretos ante sus colegas, confiados en que ese es el mejor método para mejorar y elaborar nuevos trucos.

Ese es el sentido último, puesto que, como apunta Raley, "la magia es inagotable. El día que uno reclama saber todos los trucos del mundo, aparecen otras 2.000 ardides nuevos".

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