Aventura en la Gran Muralla

De héroes a villanos en China: de salvar a un niño de morir ahogado en un río a  ser perseguidos montaña a través por no pagar una entrada.

Al tercer día de estar en Pekín, decidimos ir a visitar la muralla. Guiándonos por los consejos que nos dio un madrileño y lo que ponía en la guía de la 'Lonely Planet' nos decidimos por Simatai, la parte más salvaje de la muralla, la menos frecuentada por turistas. Nuestra aventura por Simatai resultó ser uno de los días más raros que recordamos. Todo comenzó cuando nos levantamos a las cinco y media de la mañana. No queríamos contratar un tour organizado, y decidimos ir por nuestra cuenta. Pero para ello, debíamos madrugar para coger autobús, y llegar pronto para evitar andar la muralla con el increíble calor (unos 40º C).

El trayecto de 19 kilómetros de las ruinas de Simatai se suele terminar en unas cuatro horas. Conseguimos llegar a la estación y coger un autobús. El conductor nos aseguró que iba a Simatai. Cuando llevábamos una hora de viaje, por culpa de que creí oír al conductor decirme que ya habíamos llegado, bajamos en Minyun. Una ciudad a mitad de camino entre Simatai y Pekín. Es decir nos faltaban 100 kilómetros para llegar y era imposible coger otro autobús. Además los taxis que se ofrecían para llevarnos pedían un precio desorbitado.

Con la tensión de la situación, empezamos a andar por una calle a lo largo de un río pensando en que podíamos hacer. En ese momento nos giramos y vemos a un hombre que grita a un niño que esta haciendo aspavientos en el borde del río.

Un montón de chinos están tratándonos como héroes, y vitoreándonos
Inma! Ese niño se está cayendo al río y se va a ahogar!

- ¡Que no, que el padre le está echando la bronca!...no espera, es verdad. Salimos corriendo. Mientras me quito la ropa para tirarme al río, Inma se acerca al borde. Dentro del agua, ayudo al chino a sacar al niño del río para que el padre, Inma y otros que pasaban por allí le rescaten. Cuando salgo del agua,
un montón de chinos están tratándonos como héroes, y vitoreándonos. El padre del niño, en agradecimiento, nos lleva a Simatai, 100 kilómetros conduciendo. ¡Increíble!. En fin, que llegamos a Simatai a eso de la una de la tarde, nos vamos a comer (el padre del niño nos quería también invitar a comer, pero nos negamos), y a las dos empezamos nuestro camino por la muralla. Sudamos como pollos, pero presenciamos unas vistas.

Como anécdotas, decir que a mitad de camino hay que pagar 30 yuanes porque cruzas a la provincia de Mongolia Interior. Nos negamos y nos enfrentamos a la señora de los ‘tickets’ porque creíamos que era un timo. Intentábamos escalar por otros sitios, pero nos seguía y no nos dejaba pasar. Para no utilizar la violencia nos fuimos montaña a través. Cuál es nuestra sorpresa que cuando llevamos un rato andando entre montañas, aparece un chino sudando y diciendo: “Stop, por aquí no se puede pasar. Tienen que volver y pagar 30 yuanes”. La señora de los ‘tickets’ le había llamado por el teléfono móvil y había andado dos kilómetros sólo para cogernos. El caso es que nosotros nos negamos a movernos y nos sentamos en cuclillas (situación surrealista, os podéis reír).

El caso que después de estar así media hora y de que Inma se negara a aceptar mi propuesta de arrastrarnos monte abajo haciendo la croqueta a ver que hacia el hombre con nosotros (que simplemente permanecía de pie obstruyendo el paso), accedimos a volver y pagar las pelas (teníais que ver a Inma insultar en español a la de los tickets).

Llegamos a Pekín perfectamente y nos vamos a comer unos pinchos de esos de los de la calle y unas patatas. La mujer de las patatas no está. Vamos a buscarla, pero Inma ve una tienda con bolsos baratos. Mientras compramos uno, me intentan abrir la mochila pero me doy cuenta. No nos roban nada y nos vamos. Estamos muertos de cansancio. Pero ha sido una aventura increíble. Si quereis ver más fotos o aventuras del viaje os recomiendo

nuestro blog, con fotos e información sobre China.
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