Tiene 28 años y 200 kilos. Es madre de dos hijos, de 10 y 3 años, pero apenas se puede mover para jugar con ellos. Cuando Paqui Sánchez, vecina de la Fuensanta, pidió cita en 2006 para entrar en la lista de espera para la operación de reducción de estomago, le dijeron que tendría que esperar de 6 meses a un año.

Todavía está esperando, pesa 20 kilos más que cuando lo solicitó y de nuevo en el Servicio Andaluz de Salud le han comentado que su operación tendrá que esperar otro año.

Paqui sufre de obesidad mórbida y asegura que desde los 5 años ha probado todas las dietas que existen pero que ninguna le da resultado. «He probado de todo, la dieta de las descargas en la oreja, la de la verdura, la de la fruta, la de las mil calorías, pero nada me funciona».

Dice que ha pensado muchas veces en tirar la toalla pero que sus hijos «son mi alegría, yo soy una inútil y no valgo para nada, pero ellos me dan fuerzas». Para colmo en su casa solo entra un sueldo y todavía está pendiente de que le concedan las ayudas de la dependencia, porque ella no puede trabajar.

«Cada día estoy peor, se me sube más la tensión, me dan lipotimias y me caigo al suelo, algún día todo serán lamentaciones, cuando me vean salir con los pies por delante», comenta. Paqui tiene que estar sentada para cocinar o lavar los platos. Una vida que puede cambiar con sólo una llamada.

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