"La tercera explosión subió como un volcán hasta el cuarto piso"

  • El bar de Ángel, justo al lado de la galería subterránea que ha explotado, ha quedado "completamente destrozado".
  • "Han sido tres explosiones horribles; parecía bombas", dice Soledad, vecina de la zona.
  • "He perdido unos 18.000 euros en género y no sé si podré dar de comer hoy", asegura Adolfo, dueño de un bar que a las 12.45 seguía sin luz.
Así ha quedado un bar en la calle Menorca, 47, tras la explosión. (JORGE PARÍS)
Así ha quedado un bar en la calle Menorca, 47, tras la explosión. (JORGE PARÍS)
JORGE PARÍS
Así ha quedado un bar en la calle Menorca, 47, tras la explosión. (JORGE PARÍS)

"La explosión subió como un volcán hasta el cuarto piso. Si llega a ser a las tres de la tarde, nos deja fritos", dice Ángel, dueño del bar situado en la calle Menorca, 47, justo al lado de la galería eléctrica que ha explotado tres veces sobre las 3.20 h de la madrugada de este miércoles.

"He llegado esta mañana y me he encontrado el bar completamente destrozado", continúa, "me han dicho que el fuego salía por la ventana del patio". La imagen es dantesca. La verja metálica está totalmente destrozada y abollada. El interior está inservible. "Ayer puse un felpudo nuevo en la entrada. Me costó 300 euros y pienso pasarle la factura a Iberdrola", aseguraba aparentemente tranquilo, pero destilando ironía.

"La primera explosión reventó la acera; la segunda, llegó hasta el primer piso; y la tercera, que ya tenía el camino abierto, subió como un volcán hasta el cuarto piso", dice Ángel.

Con ropa prestada

Pero él no es el único afectado. Los vecinos del bloque también han tenido una noche agitada. "Estaba en la cama cuando explotó", cuenta Gloria, del 2ºB. Por suerte, su habitación daba al patio y no a la calle porque "los cristales reventaron". De hecho, una capa de polvo gris-negruzco "tóxico" cubrió su casa. "La ropa que llevo puesta es de prestado porque la mía ha quedado hecha un asco y eso que estaba en los armarios".

A las 12.30 del jueves muchos comercios seguían cerrados porque no tenían luz. La mayoría de los semáforos tampoco funcionaban. "Calculo que entre las comidas que no voy a dar y lo que se haya echado a perder en la cámaras, habré perdido unos 18.000 euros", dice Alfredo, dueño de un bar situado en la misma calle. En la entrada de su restaurante hay un vivero del que ha tenido que sacar langostas, nécoras, bogavantes y centollos. Cree que no podrá dar de comer a las 100 personas que suelen acudir a su restaurante cada día. Aún así, en la cocina, intentaban ponerlo todo en marcha para la hora de la comida... iluminados con velas.

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