Un indigente encuentra a un recién nacido dentro del confesionario de una parroquia

  • El pequeño está sano y acogido por Asuntos Sociales.
  • El vagabundo estaba pidiendo cuando escuchó llorar a un niño.
  • El párroco agradece a la madre que no lo abandonara en la calle.
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Como cada mañana, Pepe, un indigente de 65 años, pedía dinero ayer a los feligreses que acudían a la madrileña parroquia de Santa Teresa y San José (Plaza de España, 14).

Estaba en la puerta de la iglesia cuando escuchó a un bebé haciendo ruiditos en el interior. Avisó al párroco, Antonio López, y siguieron el sonido hasta el confesionario. Al llegar, encontraron dentro a "un niño arropado, limpio y alimentado", según el cura.

El niño tenía buen aspecto, seguro que ha sido una buena madre
El recién nacido (
de raza blanca y con dos semanas de vida, según el Samur) había sido abandonado por su madre entre las 10.00 y las 10.45 horas, aprovechando que el templo estaba vacío en un descanso entre misas.

El padre Antonio agradeció a la madre que dejara al niño en la iglesia, y no en la calle: "Alabo su gesto, no hay que juzgar a las personas. Si no podía cuidar al niño, lo mejor era dejarlo en un sitio donde lo pudieran cuidar". Además, "el niño tenía buen aspecto, seguro que ha sido una buena madre". Los feligreses también consideran el hallazgo una buena noticia: "La mano de Dios está encima suya, seguro que el niño va a ser fraile", apuntó Catalina.

"Una persona amigable"

El mendigo que descubrió al bebé es muy conocido en la zona. Lleva diez años pidiendo en la iglesia. Según el párroco, "no duerme en la calle, pero es un señor muy pobre y muy buena persona". Jaime, otro mendigo, le describe como "educado, hablador, muy abierto y una persona muy amigable que necesita siempre compañía".

El pequeño fue trasladado al Hospital del Niño Jesús, donde comprobaron que está "en perfecto estado de salud", y ha sido acogido por Asuntos Sociales de la Comunidad a la espera de que la Policía encuentre a sus padres. Pero el niño ya tiene unos padrinos: el mendigo Pepe y el párroco Antonio. No en vano, ambos han manifestado su deseo de bautizarle con sus nombres: José Antonio.

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