Desde el Ayuntamiento de la ciudad, Lashon Seastrunk, del Departamento de Salud reconoció que es un problema que existe desde hace tiempo. Según explicó, hay un servicio de control de plagas que actúa periódicamente en toda la ciudad y si los vecinos tienen quejas hay un teléfono público disponible para que avisen dónde las han visto para poder actuar, aunque para Seastrunk, la prevención es el primer paso.
"Estos animales necesitan agua, comida y una serie de condiciones para subsistir, por lo que si los ciudadanos mantienen bien cerradas sus basuras y tienen bien tapados todos los huecos, les será más difícil colarse en sus casas".
Algo en lo que está de acuerdo Jim Friesen, miembro de una empresa de control de plagas que estima que es necesario "una política de educación ciudadana para saber más acerca de problemas medioambientales como este".
Ana tuvo que cambiarse de piso
Ana, una joven española que reside en Washington, tuvo que cambiarse de piso porque, según contó, por las noches no podía dormir. "Un día escuché un ruido tan fuerte en la planta baja de la casa que pensé que habían entrado a robar", pero cuando, tras mucho pensárselo, salió de la habitación, se encontró con que habían sido las ratas las que habían "asaltado" su cocina.
En su opinión, aunque se hable de prevención, el sistema de basuras es "muy deficiente", de hecho, en algunos barrios residenciales sólo pasan a recoger la basura dos veces por semana.
Las trampas se presentan como una solución, pero desde la organización PETA, recuerdan que "hay que arreglar el problema de manera ética y buscar las soluciones más humanitarias". Desde la organización ofrecen asesoramiento gratuito a los dueños de estos edificios antiguos para llegar a la solución más ecológica.
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