El director brasileño José Padilha, reciente ganador del Oso de Oro de Berlín por su película

Tropa de Élite, concedió una entrevista a

20 minutos en Edimburgo, donde presenta su filme en el festival de cine de la capital escocesa. La película denuncia la corrupción de la Policía de Río de Janeiro a través de la mirada de un oficial insobornable y violento que pertenece al cuerpo de élite BOPE.

Tropa de Élite promete ser un éxito en España donde se estrena el próximo 18 de julio. Sus imágenes impactantes y su denuncia social recuerdan a la aclamada

Ciudad de Dios.

Pretendo transmitir la experiencia que las personas no tienen en su día a día. Muestro qué ocurre en Río de Janerio: traficantes armados, policía corrupta y una tropa de élite muy violenta. También narro qué pasa con las personas que están atrapadas dentro de esa dinámica. Muestro un hecho local, pero con características que se dan en otros muchos países.

No puedo reflejarlo de otra manera. La policía en Río y las favelas son violentas por naturaleza. Es visualmente fuerte pero no hay que tener miedo a mostrar en el cine la violencia y el sexo.

Es una obra que aborda asuntos distintos.

Ciudad de Dios trata sobre las bandas de traficantes en guerra, sin embargo, mi película trata sobre una policía corrupta, un cuerpo de élite violento, los traficantes armados, las clase medias y el papel de las ONG. Es un universo más vasto. Es una crónica social desde el punto de vista de un policía violento. Aunque sí es cierto que trabajé con el mismo guionista y montador de

Ciudad de Dios. Técnicamente es diferente porque está grabada con cámara al hombro.

La policía quiso secuestrar mi película. Me quiseron detener por no facilitar información sobre quién me había ayudado para conocer el cuerpo desde dentro. El Gobernador de Río intercedió a mi favor porque no podía permitir que detuvieran al director de una película que la gente adoraba. Y hubo otra reacción de otro sector, casi más violenta, la de una parte de la intelectualidad de izquierdas. Ellos me atacaron por mostrar que quien compra drogas en Río financia a grupos armados que controlan las favelas. Muchos de estos intelectuales fuman cannabis y se vieron retratados. Me acusaron de fascista.

Para escribir el guión dos, y para filmar la película siete. Y como fuente de información utilicé veinte. Ellos entrenaron a los actores durante tres meses física y emocionalmente. No podían subir a la favela, porque los traficantes les esperaban.

No, porque sus superiores nunca pudieron enterarse de quiénes fueron los que me ayudaron.

Tienen más efectivos y hay una corrupcion mayor.

No directamente. Hablé con algunas asociaciones de vecinos que operan allí. No soy ingenuo y sé que las asociaciones nos dejaron rodar porque los traficantes así lo indicaron. Todos los que hacemos una película en las favelas tenemos que tener su autorización. Además, sé que parte el dinero que pagamos a la asociación de vecinos para rodar fue para ellos. Pero siempre intenté dar lo mínimo y preferí hacer cosas prácticas en la favelas, como arreglar casas. Por esta razón, tuvimos muchos problemas con los traficantes de drogas. No les llegó tanto dinero como querían. Nos secuestraron un coche, nos robaron material del rodaje y me amenazaron. La película estuvo a punto de no hacerse. Tardé doce semanas cuando iba a demorar nueve.

Es dificil de evaluar, los dos son muy malos, pero creo que la policía brasileña es peor porque es el Estado. Existe una relación de simbiosis. La policía gana dinero vendiendo armas al traficante de drogas y el policía gana el dinero que el traficante ha conseguido por las drogas. Hay que terminar con esa relación.

Lo primero que se debe hacer es arreglar la situación de la Policía. Hay que entrenarlos en derechos humanos y darles buenos salarios. Un policía en Brasil gana unos 500 reales (cerca de 200 euros). La policía corrupta alimenta la dinámica drogas-violencia. Además, hay que parar con la política de enfrentamiento y tomar medidas sociales con inversión en escuelas y en viviendas dignas. Pero si la polícia no funciona, el resto no funcionará.

Las hay buenas y malas. Muchas ONG en Brasil son financiadas por el gobierno y utilizadas para la corrupción. Los políticos dan dinero a las ONG y luego reciben ese dinero de vuelta. Es difícil defenderlas en Brasil en general. La de la película está inspirada en un caso real.

Ayudaría a mejorarla. Yo estoy a favor de legalizar la marihuana porque hace menos daño que el alcohol. Eso sí, daría información a los jóvenes sobre sus efectos negativos. La cocaína la legalizaría de una forma más restrictiva. Por ejemplo, propondría que sólo la pudieran dispensar en las farmacias.

Voy a denunciar la situación politíca brasileña. Parodiando una frase que nuestro presidente

Lula pronuncia mucho, la voy a titular

La primera vez en la historia de nuestro país. Empiezo a rodar el año que viene en Río, Brasilia y São Paulo.

No llegan muchas películas españolas a Brasil. Me encanta

Almodóvar. Sus películas tienen mucha fuerza y son originales. Y

Javier Bardem es un genio. Su interpretación en

Mar Adentro es perfecta.

José Padilha (1967, Río de Janeiro) saltó a la fama por su primer largometraje,

Ônibus 174 (2002), que reconstruye el secuestro de un autobús en Río de Janeiro que terminó en tragedia. Este año se llevó por

Tropa de Élite el Oso de Oro de Berlín, uno de los premios más prestigiosos del cine.