Han dejado de ser los lugares de referencia de la venta de droga en Madrid, para convertirse en auténticos supermercados de armas. Son los poblados de Pitis, el Salobral y las Barranquillas, antaño cita obligada de camellos y toxicómanos y ahora punto de encuentro de delincuentes que acuden en busca de un arma de fuego al mercado negro.
Aunque en estos asentamientos aún se vende el 5% de toda la droga que se distribuye por la región, son las armas cortas (concretamente los revólveres pequeños del calibre 22 y alguna escopeta) la principal mercancía de estas zonas desde que, hace un año, comenzaron a desmantelarse las chabolas, según informaron ayer a 20 minutos fuentes policiales.
Para cometer atracos
Hacerse allí con una de estas armas de fuego cuesta 200 euros. Sus compradores son cacos que las utilizan para perpetrar atracos, según la Policía Judicial, que asegura que "en la mayor parte de los robos las pistolas que se usan proceden de estos poblados".
De esta forma, los compradores adquieren de forma rápida y sencilla una pistola que por vía legal costaría cien euros más cara (300), más otros 60 de los trámites que exigen la Federación Madrileña de Tiro en concepto de tasas por el examen necesario para obtener la licencia, un permiso que tarda en tramitase hasta cuatro meses, según explicó ayer la tienda Armería Española.
Paralelamente a la especialización en armamento de estos poblados se ha producido otra especialización,
Dentro de este asentamiento, la zona del vertedero de Valdemingómez es el nuevo supermercado donde los camellos trafican con la droga atesorada por varias familias, que la Policía tiene localizadas.
De hecho, la Policía Nacional informó ayer de la desarticulación de una banda que operaba en Valdemingómez a la que se le decomisaron 28 kilos de heroína, el mayor alijo de esta sustancia encontrado hasta el momento en la Comunidad en lo que va de año. La red, además de proporcionar heroína a los traficantes, situados en escalones inferiores, disponía de su propio mostrador en Valdemingómez donde distribuía dosis a consumidores.
El ‘caballo', más caro
En la Cañada Real, el gramo de cocaína se vende a 60 euros que luego los camellos se encargan de cortar con otras sustancias para que así les cunda más. La heroína, sin embargo, está algo más cara. Un gramo de caballo vale entre 63 y 64 euros y la papelina, la dosis necesaria para colocarse, ronda los diez euros, según fuentes de la Dirección General de Policía.
El menudeo, en zonas de marcha
A la Cañada Real acuden a comprar, principalmente, pequeños narcotraficantes que se encargan de revenderla en las zonas de marcha, tanto en los bares como en la calle. La cocaína, mucho más consumida que la heroína, se vende de noche en zonas de la capital como es Gran Vía, Huertas, Sol, Alonso Martínez, la calle Arenal, los bares de Moncloa, de Bilbao o la avenida de Brasil. En el resto de la Comunidad ocurre lo mismo, los camellos se apuntalan en ambientes nocturnos de los municipios. Costa Polvoranca, en Alcorcón; la Plaza, en Fuenlabrada; aledaños de La Cubierta (Leganés) y alrededor de macrodiscotecas.
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