Los lesbianos y lesbianas quieren que se deje de pensar en ellos como homosexuales

  • Los habitantes de Lesbos quieren dejar claro que no son gays.
  • Lugareños de la isla griega han llevado el caso a los tribunales.
  • Su gentilicio se asocia con las mujeres homosexuales.
Vista aérea de la isla griega de Lesbos (AGENCIAS).
Vista aérea de la isla griega de Lesbos (AGENCIAS).
AGENCIAS
Vista aérea de la isla griega de Lesbos (AGENCIAS).

La isla de Lesbos, la tercera más grande de Grecia, se ha cansado de su historia. Decir que sus habitantes son lesbianos y lesbianas no debería suponer problema alguno, pero el peso de la historia ha hecho que se asocie con las mujeres homosexuales, y se han cansado.

En el extranjero, nuestras mujeres se esconden
Algunos de los vecinos de la isla
han acudido a los tribunales para intentar prohibir el término "lesbiana" a los colectivos homosexuales, ya que algunos se avergüenzan. "En el extranjero, nuestras mujeres se esconden", declaró Iannis Axlopitas, uno de los lugareños denunciantes. "Es ofensivo para nuestra tierra de origen", añade.

Hay, no obstante, quien discrepa. Thémistocle Kefalas, uno de los testigos que ha llevado una agrupación de homosexuales y lesbianas llamada Olke, ha dicho que su gentilicio no ha generado nunca ningún problema ni a él "ni a mi propia hija".

El rumor de Anacreonte

La 'culpa' de esta polémica terminológica es de Anacreonte, un poeta griego que vivió entre los siglos quinto y sexto antes de Cristo en Teos, actualmente una localidad turca llamada Sigacik . Él fue quien difundió el rumor de que la poetisa Safo, 'la décima musa' para Platón, mantuvo un amor sexual en vida hacia sus jóvenes alumnas.

El motivo es que Safo, que vivió poco antes de Anacreonte, escribió apasionadas odas nupciales para sus estudiantes cuando le abandonaban para casarse; de ellos, apenas se conservan algunos fragmentos, como este:

"Y sonríes seductora. Sí, esto

aterra mi corazón dentro del pecho,

pues tan pronto te miro un instante,

como ya me es imposible decir una palabra,

pues mi lengua desfallece; en seguida,

un fuego sutil irrumpe bajo mi piel,

nada veo con mis ojos, zumban

mis oídos,

se me esparce el sudor, un escalofrío

me apresa toda, estoy más pálida

que la hierba y me parece que

falta poco para morir.

Pero todo hay que soportarlo, pues".

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