My Brightetst Diamond nos habla de su nuevo disco

Entrevista con Shara Worden, que el próximo martes 27 de mayo presenta en Barcelona (showcase del festival Primavera Sound en la sala Apolo) las canciones de su nuevo trabajo, A thousand shark's teeth.
Shara Worden, My Brightest Diamond.
Shara Worden, My Brightest Diamond.
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Shara Worden, My Brightest Diamond.

Vinculada a la escena de Brooklyn, My Brightest Diamond se reveló como un talento a descubrir en su debut Bring me the Workhorse (2006, Touch me records), que incluía arrebatadoras canciones como Dragonfly. Ahora presenta su nuevo álbum en las actividades de calentamiento del Primavera Sound .

¿Entiendes My Brightest Diamond como un proyecto personal o como una banda?

Para mí, MBD es la música pop que escribo, desde luego que si fueran canciones para una película no lo llamaría My Brightest Diamond. He trabajado con el mismo cuarteto de cuerda durante cinco años, y la batería y el bajo la han tocado los mismos en todos mis discos; así que considero que ellos son los fundadores. Pero en directo utilizo diferentes músicos. A veces toco sola, otras con bajo y batería, otras con el cuarteto de cuerda... Yo escribo los arreglos para cuerda y la banda se aprende las canciones a partir del disco; pero cuando tocamos tres es un poco diferente, trabajamos para encontrar la mejor fórmula para adaptarnos a cada contexto.

Este disco es mucho más tranquilo que tu debut. ¿Significa esto que te has decantado por tu perfil más calmado, menos inquietante, o es simplemente la personalidad del álbum?

Como siete de las canciones de este disco se grabaron antes de Bring me the workhorse. En ese momento estaba realmente aprendiendo a componer cuerdas e intentaba poner el énfasis en esto al escribir las canciones, lo que provocaba que en mi mente le diera menos importancia a la sección de ritmos y a las guitarras. De cualquier manera, al final grabé baterías en la mayoría del álbum, así que quedó mucho menos clásico que en mi intención original. ¿Tranquilo? Sí, supongo. Pero me cansé un poco de ese rollo y, hacia la mitad del disco (después de To Pluto's Moon) subí la distorsión y metí una guitarra repetitiva para romperlo.

¿Y qué pasa con tu cara rockera, la veremos en directo?

Depende de la gira. Si vamos como trío de rock sí, irá más por ahí. Porque entonces no me tengo que preocupar de si estoy tapando los violines y puedo subir el volumen todo lo que quiera. Pero en otoño haré una gira con el cuarteto de cuerda y será muy diferente. Eso también me encanta porque los rasgos armónicos de mi música destacan más así. Me gusta ese sube y baja, el reto de trabajar con algo desde diferentes ángulos, buscando los puntos en los que los instrumentos de encuentras, donde desentonan, donde tienen que comprometerse.

¿Cómo fue tu experiencia tocando en España el año pasado? ¿Te quedas con la gira acústica por Fnac o con los festivales?

En los conciertos al aire libre, tu energía y la de las canciones tienen que ser más extrovertidas porque el sonido se disipa más rápidamente. Pero en los sitios pequeños puedes tocar cada tema de una manera porque hay menos problemas acústicos y más conexión con la audiencia, claro. Me gustan las dos cosas. El año pasado en España pasó una cosa realmente rarísima: estábamos tocando en el Summercase y uno de los platillos de nuestro batería se cayó y cortó el cable de la luz, así que nos quedamos sin electricidad en el escenario. Él se puso a tocar un solo de batería mientras a los demás nos daba un ataque de pánico porque no entendíamos lo que había pasado. Al final nos lo arreglaron y en 5 minutos estábamos tocando otra vez, pero es una de esas casualidades imposibles que pueden llegar a pasar. Por lo menos fue un buen solo de batería.

¿Por qué tu disco se titula Miles de dientes de tiburón?

Es una frase de la letra de Goodbye forever. Estaba reflexionando sobre la intimidad y sobre cómo hay cosas que nos bloquean a la hora de dar o recibir amor. Si pudiésemos enfrentarnos a estos bloqueos, tal vez nuestros oídos estarían más abiertos y podríamos escuchar el canto de las estrellas y sentir la luz del sol, como el amor, pinchando toda nuestra piel como miles de diminutos dientes de tiburón. Para mí este disco tiene mucho que ver con las relaciones, con examinar nuestra distancia o cercanía con respecto a lo que amamos, así que me pareció que este título englobaba todo eso. Es la otra cara de la moneda de Workhorse [su debut], a pesar de que trabajé en los dos al mismo tiempo.

En tu artwork, tus fotos de promo, tiendes siempre a una estética como antigua.

Estoy muy influenciada por el fotógrafo Rober Parke-Harrison y una cosa que me encanta de sus fotos es que son atemporales. La ropa que utiliza es muy básica. Quise que la imagen de este disco no se relacionara con una década concreta. No es un reflejo de que prefiera el pasado al presente o futuro. De hecho, me encanta la ciencia ficción.

Diría que en la composición de las canciones de este disco ha pesado más tu formación clásica que tu gusto por el pop y el rock. Para mí tiene más de banda sonora, con muchas connotaciones paisajísticas. ¿Estás de acuerdo?

Escribía sobre mi vida, así que traté de integrar algunas cosas que me encantan en mi música. Así que es un disco muy personal. Me apasiona la música impresionista, que refleja estados de ánimo, colores, atmósferas. Cuando montas en la línea N de metro en Brooklyn, a veces hay una ventana de cristal negro en el último vagón, que es donde me suelo subir. Separa la cabina del conductor y si lo miras te puedes ver reflejado, pero es un reflejo muy sutil. Así es como quiero que sea mi música, como esa imagen.

¿Cómo vas a trasladar este disco al directo?

Creo que algunas de las canciones funcionarían bien con la banda pero no con el cuarteto de cuerdas, y viceversa. Y hay otras que seguro no voy a tocar.

La presentación de tu álbum dice que en él han colaborado más de 20 músicos. ¿Podrías hablar de los que tienen más presencia y por qué los elegiste?

El cuarteto de cuerda, Osso, son colegas con los que he trabajado durante cinco años y que son los verdaderos responsables de que yo haya tenido la oportunidad de desarrollarme como arreglista. Es gente que ha tocado con Antony & The Johnsons, Marianne Faithful, The National, Sufjan Stevens... La lista es interminable. El batería, Earl Harvin, vive en Berlín y a veces toca con Seal and Air, Betty Levette y John Legend. Mi forma de trabajar con Earl, y también con Chris Bruce, el bajista, es un poco inusual, supongo que por la distancia y porque lo discutimos poco. Earl y yo grabamos sin hablarlo demasiado, sin procesarlo mucho, simplemente lo hacemos. Chris no había escuchado ninguno de los arreglos y yo no quise escuchar los bajos hasta el final, cuando ya se habían grabado todos los instrumentos clásicos. Estaba un poco preocupada por si interfería con el cello, porque habían grabado a ciegas. En algunos casos, como con Sebastián Krueger, él mismo compuso todos sus arreglos de clarinete. Algunas cosas estaban escritas y otras se improvisaron, porque yo quería tener algunas partes muy controladas y otras no. En algunos casos tenía la certeza de que ellos iban a escribir mucho mejor las partes para sus instrumentos que yo, puesto que saben utilizarlos. Aunque, por supuesto, yo estaba allí diciendo "más de esto o de lo otro", dirigiendo más como productora que como arreglista.

Entre tu debut y este trabajo, publicaste un álbum de remezclas. Si se supone que a pensa se vende discos, ¿por qué ese afán de editar cada vez más extras, rarezas, DVD, discos en directo...? ¿Cuál fue la razón para ti?

El álbum de remezclas, Tear it down, fue superdivertido. Yo había arreglado y producido Bring me the workhorse, y estaba emocionada con la idea de escuchar cómo serían esas canciones en manos de otros, fuera del circuito del indie rock. Fue muy liberador. Ahora que la música se mueve tanto en Internet, especialmente en cierta escena, creo que la gente busca experiencias únicas con la música. Quieren algo personal. Y las web quieren contenidos exclusivos que animen a la gente a entrar en sus páginas. Como artista, esto me permite que salgan a la luz pequeñas canciones que de otra forma no se conocerían porque no encajan en un disco. Y es un formato que te permite experimentar más. Por ejemplo, una vez escribí una canción, Rock and Roll will never die, inspirada en una discusión en un foro y en cuatro horas la tenía colgada en Internet. Esa inmediatez es divertida. ¿Fue la mejor grabación que he hecho nunca? Por supuesto que no. El control de calidad es importante.

¿Sigues viviendo en Nueva York? ¿Cómo ves la escena de Brooklyn últimamente?

Todavía vivo en Brooklyn, sí. Es alucinante porque hay un montón de gente haciendo cosas interesantes, es un entorno muy estimulante. Clare & The Reasons, Osso, Inlets, el proyecto en solitario de Marla Hansen, Clogs, The National, Tim Fite, Dayna Kurtz... Todos tocan con todos en algún momento u otro, por eso te sientes dentro de una verdadera comunidad.

En tu Myspace tienes más amigos artistas que músicos. Es curioso. ¿Qué me puedes contar de tu relación con el low-brow y el pop-surrealism? Pensándolo bien, sería la ilustración perfecta a tu música: inquietante, interesante, con un punto oscuro...

Así les doy a conocer, me hace muy feliz ver todas sus nuevas ilustraciones. Me encanta el nuevo surrealismo. Es como una evolución de Dalí y Picasso mezclados con Hello Kitty o algo así. Ya no interesa el realismo fotográfico. El artista alemán Anselm Kiefer dijo algo así como que el hombre moderno no puede afrontar la búsqueda de la divinidad, el cielo, sin un poco de ironía. En el contexto de la música es como que, en el fondo, un cuarteto de cuerda necesita un poco de guitarras distorsionadas. Necesitamos belleza y queremos expresar nuestra humanidad y eso es a la vez bonito y horrible. Hay dulzura y enfado, amor y frustración. Somos capaces de hacer cosas alucinantes y de cometer atrocidades. Me encanta el arte que intenta capturar esta complejidad de la experiencia humana.

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