"El restaurante-mirador de Pablo Grosso no se va instalar aquí, ni lo va a permitir la Ley de Costas ni los vecinos. Si lo quieren hacer que lo construyan hacia abajo, porque esta plaza está levantada sobre unos depósitos vacíos cuyo espacio se puede aprovechar".

Así de claro se explicaba un residente de la zona que rodea la Playa de Santa María del Mar mientras 20minutos.es intentaba recabar la opinión de la propietaria de un quiosco de golosinas instalado en la referida plaza, que se ha convertido en motivo de discordia política y levantamiento vecinal a raíz de que el Ayuntamiento adjudicara, mediante concurso, la construcción de un restaurante-mirador a la firma Pablo Grosso, al parecer, de grandes proporciones, en esta zona hasta ahora de esparcimiento situada en el borde marítimo de la ciudad.

"Esta mañana vinieron unas chicas y arrancaron varios carteles de protesta contra este proyecto. Luego vinieron dos jóvenes del barrio y se inició una discusión", continuó relatando la dueña del quiosco.

Todos los residentes querían opinar, y casi todos se oponen. "Si fuera un quiosco pequeño como el que hay instalado en la Glorieta Ingeniero La Cierva, que deja libre muy buenos metros de plaza donde los niños pueden jugar mientras los padres toman una cerveza o una tapa, me parece bien. Pero lo que se está anunciando es algo mucho mayor", argumentó el joven vecino Alberto Lloret.

"A mí lo que me parece es que Pablo Grosso tiene un chanchullo muy grande con el Ayuntamiento", apostilló Juan Luis Gutiérrez.

Con el PGOU nos hemos topado

La oposición municipal y, muy en particular, el grupo municipal socialista, también ha puesto el grito en el cielo porque, aseguran, el proyecto adjudicado contraviene palmariamente el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), porque ni es desmontable ni se ajusta al máximo de metros permitidos. Según ha transcendido, parece que el restaurante-mirador será de cristal y yeso, y ocupará unos 200 metros cuadrados de la plaza.

La firma Pablo Grosso ha reaccionado con gran virulencia a la ofensiva política de la oposición y la sublevación popular, pero los vecinos mantienen en pie la convocatoria para concentrarse todos los martes a las ocho y media de la noche en la plaza pública que, dicen, les quieren hurtar.

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