Natascha Kampusch ha decidido comprar la casa en la que permaneció recluida durante ocho años para evitar que se convierta en un destino turístico. Kampusch, que tiene 20 años, temía que los turistas se agolparan a la puerta de su habitación, cámara de fotos en mano, y compraran "ceniceros o tazas de café".
Su idea no era descabellada; no en vano, hay un tipo de turismo que se ajusta perfectamente a su fobia: el turismo macabro (o grief tourism). Su casa era un objetivo potencia. Basta con navegar un poco por internet para encontrar la ubicación exacta del zulo en el que permaneció desde los 10 a los 18 años.
Los turistas de aflicción, como también son conocidos, buscan los lugares marcados por la tragedia y son asiduos a zonas catastróficas y casas de los horrores. Algunos de sus tours vienen marcados por la Historia (Austwich, Mauthausen, la Zona Cero o Hiroshima) y otros por la muerte de un personaje famoso (como la tumba de Jim Morrison, la casa de Marilyn Monroe o el Dearly Departed Tour -una visita guiada por el lecho de muerte de los famosos de Hollywood-).
Sin embargo, hay una parte aún más oscura dentro del turismo negro; aquélla de la que intenta refugiarse Natascha y que últimamente está especialmente de moda: los turistas que visitan las casas sacudidas por la tragedia, las zonas afectadas por las catástrofes naturales o los lugares que albergan crímenes sin resolver. El conocido como el turismo del morbo.
El turismo del morbo
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