Fue el primero que vio llegar a los operarios que han derribado el pabellón de la Santa Sede.

Este joven, Alberto Martín, lleva 15 años contando la transformación de la Exposición Universal en www.expo92.es Justo este fin de semana, cuando Cultura ha anunciado que el edificio no reunía los valores «relevantes» para su protección y el Ayuntamiento le ha recriminado a la Junta que podría haber evitado su derribo, él y sus amigos han firmado los estatutos de una asociación que nace con la vocación de defender y difundir el legado de la Expo.

¿Le da pena lo ocurrido?

Sí. Cada vez queda menos de Expo 92 y lo poco que hay tiene más valor. Espero que el pabellón de la Santa Sede sea el último que se derribe.

¿Qué solución plantea?

La Junta debería ponerse de acuerdo con el Ayuntamiento y Cartuja para catalogar y proteger lo que queda.

¿No es el único que ha caído?

No. Este año se han perdido construcciones de gran valor: el Omnimax, los pabellones de Austria y Checoslovaquia y El Palenque. Y el de Hungría casi de milagro.

¿Cuáles peligran?

Cruzcampo, ONU y Turquía.

¿Qué pasa con el de Europa?

Que es un símbolo del parque y lleva 15 años sin uso, abandonado. Hasta hace poco vivía gente dentro. Nadie se preocupa por él.

El recinto ya no es lo que era.

El mantenimiento de la avda. Marie Curie donde está la esfera, que es competencia del Ayuntamiento, es nulo. Hay mucho abandono. Le deberían dar un premio. Es la memoria viva de Expo. Qué va (risas). El mérito es de Javier Rico, el informático de la web. Yo colaboro.