Joven entre 30 y 35 años, urbanita, con buena situación económica, soltero... y con piso propio. Es el perfil de los singles madrileños, que cada vez cierran más compraventas de pisos en la región. De hecho, en 2007, siete de cada diez casas se vendieron a un solo titular, según la inmobiliaria Expofincas, que tiene 20.000 clientes anuales en toda España.
La venta de pisos a personas solas es un fenómeno al alza impulsado por los singles, pero también por las parejas en las que sólo hay un miembro hipotecado.
En los últimos tres años, el número de alojamientos vendidos a un único propietario ha pasado del 45,31% de 2004 al 70,3% de 2007. Esta tendencia es más acusada en Madrid que en el conjunto de España: la media estatal es del 60,88%.
El efecto single que atraviesa España
Mientras los singles hipotecarios crecen, el porcentaje de parejas que compran pisos va descendiendo paulatinamente. En cuanto a las viviendas adquiridas por tres o más personas (en su mayoría inmigrantes que aúnan esfuerzos para pagarse un piso), se mantiene en torno al 6% El perfil del propietario single es el de un
«Esto se debe a la suma de dos realidades: el efecto single que atraviesa España y el valor que se concede a la propiedad en este país, por encima del alquiler», explica Fernando Chacón, profesor de psicología social. «Ahora, además, se prefiere separar bienes desde el principio debido al alto número de divorcios».
Rubén Delgado. 33 años. Traductor audiovisual: "Me he acostumbrado a vivir solo"
«He vivido en tantos sitios y en tantas casas desde tan joven que no tengo aprecio a eso que llaman hogar. Para mí, la vivienda es algo fundamentalmente práctico», asegura Rubén, que el pasado febrero decidió lanzarse a la piscina y comprar un piso, en plena zona del Rastro madrileño.
Rubén reconoce que el hecho de encontrar un trabajo fijo ha sido otro factor muy importante a tener en cuenta, «bueno, eso y el hecho de no tener pareja estable. Últimamente me veo con alguien, pero está fuera y es difícil que se venga, así que...», asegura. De todos modos tampoco se plantea su piso como un lugar en el que echar raíces toda la vida: «Si me sale algo mejor en otro sitio me marcharía, una casa no debe atarte».
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