The sermon on exposition boulevard, Rickie Lee Jones

Inesperadamente grande, intenso y emocionante regreso de una de las mujeres con mayor personalidad del rock americano de las últimas décadas.

Dotado de una producción sobria, punzante y tremendamente orgánica, el nuevo disco de Ricky Lee Jones es un dolorido pero no oscuro recorrido lleno de música vital y verdadera, palpitante y honesta.

Wincing the night away, The Shins 

Ante el verdadero aluvión de novedades que salen al mercado discográfico prácticamente a diario, se agradece toparse con bandas que, haciendo pop más o menos clásico, se las apañan para resultar mínimamente innovadores o diferentes.

The Shins es sin duda uno de esos grupos, tal y como queda de manifiesto, una vez más, en su nueva entrega. En ella, la banda de James Mercer ofrece una colección de canciones de pop ortodoxo tocadas sobre todo por la personalidad de la voz del propio Mercer y por unos arreglos igualmente sugerentes.

Cut out & keep, Farrah 

Tienen los británicos Farrah una gran ventaja sobre la mayoría de las bandas de power-pop al uso, y es, al margen del talento de Jez Ashurst para escribir espléndidas canciones, su capacidad de incorporar diversos registros en su repertorio.

El tercer y mejor disco del cuarteto hasta la fecha tiene pop ultravitaminado pero también algo de bubblegum, estribillos para corear a voz en grito y, especialmente, un par de deliciosos temas acústicos. Un nuevo paso al frente a cargo de una de las bandas más personales y consistentes del panorama pop.

Lost & fun, Imposibles 

Por todo ello, su disco de regreso fue un notición para los degustadores de este tipo de sonidos. No descubrían nada nuevo, pero sus canciones siguen siendo vibrantes y consistentes.

All the bells and whistles, Bryan Estepa 

Editado originalmente en su país en 2006, el disco de debut de este australiano de origen filipino fue lanzado por Rock Indiana para el mercado español, constituyendo una de las más gratas sorpresas del pop foráneo de la temporada.

Mucho más allá de los estereotipos power-poperos al uso, Bryan Estepa aborda con inmenso talento y excelente gusto una colección de canciones que remiten a sonidos absolutamente clásicos (pop de raíces sesenteras, algo de country, soul...) pero en las que se adivina igualmente una voz propia.

Never heard the end of it, Sloan

Asusta un poco un disco con nada menos que treinta canciones, pero finalmente resulta que el más reciente álbum de esta banda canadiense es seguramente el mejor de su carrera. El disco supone un fabuloso repaso a buena parte de lo mejor del pop y el rock de los años sesenta y setenta, sobre todo, aunque también de la nueva ola y de sonidos más recientes.

Guitarras poderosas pero también sutiles, una variedad asombrosa y, en definitiva, un altísimo nivel en todas las composiciones hacen de “Never hear the end of it” una pieza de obligada adquisición.