Más simpático con la prensa que nunca y, detrás de la cámara, más clásico de lo acostumbrado, Alex de la Iglesia presenta Los crímenes de Oxford, una coproducción en inglés y con estrellas internacionales al más puro 'estilo Hitchcock'. De la Iglesia vuelve a hablar de crímenes 'ferpectos', pero lo hace de una forma tan académica que su firma es casi irreconocible.
Reconoce que el rodaje fue complicado: ¿por qué es de los pocos directores capaces de hacerlo?
Porque me siento capaz de resolver esas complicaciones. Por mucho que digan, ningún rodaje es sencillo: falta tiempo y hay una tensión insoportable. Reconocerlo es el primer paso para sobrellevarlo. Cada día es complicado, por eso me rodeo de los mejores actores y profesionales.
Mi guionista habitual,
Sólo leyó la primera versión del guión. Cuando ruedan lo que escribo prefiero que me hagan lo mismo: si mejoran mi trabajo me siento inútil, y si lo empeoran me afecta demasiado. Martínez aportó pistas interesantes y, sobre todo, le encantó la película.
Es cierto, pero también soy lo suficientemente seguro como para reconocerlo y que no me afecte. Dirigir es sentirse inseguro: sabes que cometerás errores constantes. Hacer cine es jugar a la ruleta rusa, por mucho que luego los productores digan que todo resultó muy fácil.
Hablar de esas escenas como de algo especial, convertirlas en tabú, es el mejor camino para incomodar a los actores. Lo mejor es actuar con naturalidad.
Rodó en Estados Unidos y, ahora, en Inglaterra: ¿volverá a Hollywood?
Sólo si es algo interesante. Surgió la posibilidad de hacer una secuela de Alien, el remake de The Ring o un proyecto sobre Silver Surfer, todos apasionantes, pero que acabaron rodando otros.
¿Le quedan ganas, pese a la mala experiencia con Perdita Durango?
La clave, cosa que no ocurrió entonces, es controlar el proyecto. Cuando ruedas en EE UU acabas pidiendo permiso a los productores para rodar 'su' película, algo que ahora no admito. Por eso Los crímenes de Oxford ha sido una experiencia tan positiva: era una producción española rodada en Inglaterra, y me ha gustado tanto que la próxima película seguirá ese camino.
Su estilo es inconfundible, ¿es por haber empezado como director de arte?
Intento evitar que se note, esforzándome en los aspectos que menos domino, como la direccción de actores. Mi consejo en este sentido es: ¡no trabajes mucho con ellos!. Subrayarles que una frase es importante es la mejor forma de fastidiarla. A los actores hay que escucharlos, evitar que hablen como tú lo harías y entregarles a sus personajes. Pero mi lección final de cine es la siguiente: soy del todo incapaz de enseñar nada de cine.
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