Han pasado 36 años y el pasado día 31 de diciembre volvía a solicitar a través de su web , información sobre D.B. Cooper. Uno de los criminales más singulares de la historia de los EE UU.
En la víspera del Día de Acción de Gracias de 1971, un pasejero de un vuelo de Portland a Seattle le pasaba a una azafata una nota donde afirmaba llevar una bomba en su maletín. El avión acabó aterrizando en Seattle y el secuestrador terminó canjeando a los 36 pasajeros por 200.000 dólares y cuatro paracaidas.
El avión volvió a despegar con rumbo a Ciudad de México. En algún punto entre Seattle y Reno, el secuestrador saltó en paracaídas.
Nunca se encontraron pistas y el FBI llegó a interrogar a 800 sospechosos. Todos fueron descartados.
Ahora, el agente especial del FBI Larry Carr, ha decicido abrir este caso que le fascinaba desde niño, según publica la BBC.
Carr afirma que el retrato robot es fiable y cree que tras décadas de investigación el FBI lo tiene más claro. Por ejemplo saben que no recibió ayuda una vez en tierra y que no era un paracaidista experimentado, de lo contrario "no habría saltado en medio de la noche, con lluvia y un viento de más de 300 kilómetros por hora, llevando tan sólo un impermeable. Es simplemente demasiado arriesgado". El agente del FBI espera que esta nueva convocatoria y las nuevas tecnologías ayuden a dar luz a este misterioso caso. Un hecho que ha inspirado
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