La Biblioteca de la Universidad de Salamanca, uno de los más bellos templos del pensamiento

  • Quiso la historia que Salamanca sea una de las ciudades más ricas en patrimonio. Y, entre tanta joya arquitectónica, descansa un templo que custodia en su interior siglos de conocimiento y pensamiento. Se trata de la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca.
Salamanca.- Biblioteca Universitaria
Salamanca.- Biblioteca Universitaria
EUROPA PRESS
Salamanca.- Biblioteca Universitaria

Aquellos que se acercan a este espacio tienen que sortear previamente a los cientos de turistas que cada día "buscan la rana" a las puertas del Edificio Histórico. Una vez en su interior, pueden transitar por los pasillos y las aulas en las que sentaron cátedra históricos del pensamiento como Miguel de Unamuno, Francisco de Vitoria o Fray Luis de León.

Tras dejar atrás la planta baja, ya en lo alto, está la Biblioteca General de la USAL. Habitualmente tiene las puertas abiertas para que desde ahí, desde la entrada -sin poder entrar al interior- uno pueda percatarse de la belleza que atesoran las instalaciones pero también del ingente número de obras históricas.

La biblioteca tiene su germen en la fundación de la Universidad de Salamanca, en 1218, cuando -hace ocho siglos- el rey Alfonso IX de León gestó el Estudio a orillas del Tormes. Y fue en 1254 el momento en el que otro monarca, Alfonso X, recogió en los documentos el interés por contar con una "estación" de libros en el cuerpo de la USAL.

Aunque fue entonces cuando surgió la necesidad de dar acopio a documentos para el saber de sus estudiantes, "la Universidad de Salamanca no contó con una biblioteca propiamente dicha durante los dos siglos siguientes al de su fundación", recoge el experto José María Martínez Frías en su libro 'El Cielo de Salamanca'.

De tal forma que no fue hasta las Constituciones de 1411, otorgadas por Benedicto XIII,

cuando se plasmó sobre papel la necesidad de contar con un espacio "adecuado" para depósito de los legajos y otros documentos que iban acumulándose en el Estudio.

BIBLIOTECA ANTIGUA

Así pues, en 1470, las piezas con las que ya contaba la USAL abandonaron la Casa del Estacionario y

llegaron a la biblioteca antigua, sobre la Capilla del Edificio Histórico de la USAL, un espacio cuyo techo mostraba el originario y magnífico 'Cielo de Salamanca', atribuido a Fernando Gallego.

Su época de mayor esplendor se alcanzó en los siglos XV y XVI. Entonces, en pleno siglo XVI, la instalación del retablo de Juan de Flandes para la Capilla de la Universidad obligó a levantar el techo del espacio religioso.

Esto supuso trasladar la biblioteca, pues ya no había allí espacio para ella. En cuanto a 'El Cielo de Salamanca', primero quedó como bóveda del lugar de fe y luego se ocultó, y de él no se tuvo más constancia hasta mediados del siglo XX.

BIBLIOTECA ACTUAL

Entonces, en 1509, surgió la Biblioteca General de la Universidad de Salamanca tal y como se conoce en la actualidad. Se abordó la construcción en la planta alta del claustro del Estudio para "custodiar, procesar y difundir el patrimonio", tal y como reconoce la USAL.

Desde ese momento, ha cuidado códices, manuscritos y otros originales de gran importancia, por su relevancia o por ser únicos. Algunos que ya estaban en aquellos años y otros que se han ido sumando posteriormente como nuevas donaciones u otras incorporaciones.

Actualmente, en cuanto a manuscritos, la biblioteca guarda cerca de 3.000 volúmenes y, respecto a incunables, custodia 477 ejemplares distribuidos en 400 volúmenes diferentes. Además, suma unos 60.000 volúmenes de impresos antiguos, junto a otros fondos de antigüedad intermedia y otros modernos.

Algunas de estas piezas, que descansan en la Biblioteca General, pudieron salir de sus aposentos de manera excepcional durante la pasada primavera. Primero visitaron la Biblioteca Nacional en Madrid y luego estuvieron en la Casa Museo Unamuno de Salamanca, al formar parte de la exposición 'Scripta' con motivo de la promoción del octavo centenario de la USAL.

OBRAS DE GRAN VALOR

Entonces, los visitantes pudieron ver obras de gran valor y que ahora, de nuevo, ya están en los fondos de la Biblioteca. Entre ellos, 'Chronicon mundi', de Lucas de Tuy, un códice que contiene la primera noticia sobre la creación del Estudio salmantino en 1218.

Hay también manuscritos originales de tanto valor como 'El Libro de Buen Amor', del Arcipreste de Hit,a o el 'Liber mozarabicus canticorum et horarum', copiado en 1059 para la reina Sancha, esposa de Fernando I y heredado por su hija doña Urraca.

Entre los códices también destacan, entre otros, por su singularidad o valor histórico, 'Astronómico Real' (Alonso de Santa Cruz -1543-1557), traducción al castellano de un compendio de obras astronómicas inicialmente para Carlos V aunque, al demorarse, se le dedicó a Felipe II; 'Dioscórides' (de materia médica siglo XVI), copiado antes de 1499 en Corfú (Grecia) y que recoge todo el saber farmacológico de su tiempo.

Asimismo, están 'Armorial' de Steve Tamborino, que fue propiedad de Agustín de Torres, Rey de Armas de los Reyes Católicos, y que es considerado como "la joya de los armoriales españoles del siglo XVI" al recopilar multitud de escudos de armas de diferentes personas o linajes, fundamentalmente de la zona aragonesa; la 'Exposición del libro de Job', de Fray Luis de León, que la censura silenció durante dos siglos, o 'Luz de Navegantes', de Baltasar Vellerino de Villalobos -1592-, una obra que nunca se publicó al contener información estratégica como, por ejemplo, la ubicación de las artillerías y defensas en diferentes fortificaciones y puertos.

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