La Subdelegación del Gobierno de Palencia ha asegurado que la situación de los 50 inmigrantes que la empresa Rómulo Branco Construçoês Lda. dejó el miércoles plantados en la capital, sin haberles pagado sus sueldos, se normalizará a lo largo de la jornada de hoy.

Ayer se supo que este medio centenar de trabajadores centroafricanos eran el último eslabón de una cadena de subcontratación de cinco empresas: Cementos Pórtland, Ibérica de Servicios y Andaluza de Encofrados y Ferrallas quien contrató los servicios de las portuguesas Construções Secadre y Rómulo Branco.

La propia cementera contactó con el resto de empresas para encontrar una solución y, finalmente, la empresa Andaluza de Encofrados se hará cargo de las cantidades que se adeudan a estos trabajadores, aún por determinar.

Mientras la Subdelegación movía sus hilos, la jornada para este medio centenar de personas - de 44 guineanos, tres portugueses, dos de Angola y uno de Cabo Verde- no fue fácil.

Discurrió entre la Comisaría de Policía donde acudieron a formalizar su denuncia y los cuatro pisos en los que esperan una solución a su situación.

"Nos han engañado. Queremos volver a casa", dice Keba, uno de los trabajadores guineanos. Aunque no sabe expresarse bien en español, sí se entienden sus gestos de agradecimiento.

La intervención de Banco de Alimentos 

Lo cierto es que si no hubiese sido por el Banco de Alimentos de Palencia, estas personas estarían aún sin nada que comer."Trabajamos durante 12 horas, toda la semana y sin descansar", cuenta Keba. Sus condiciones de trabajo no han sido fáciles y aunque sus permisos están en regla, explican cómo la mayor parte de los días no comían. "Si alguien tenía un bocadillo lo repartía entre todos", asegura.

Aunque ahora han estado más animados, los últimos días han sido difíciles. "No han pagado el piso", dice Salú, para explicar que casi se quedan en la calle porque la empresa tampoco había abonado la mensualidad del piso.Ayer estaban mucho más animados. "Sí cobraremos. Todo arreglado y vuelta a casa", asevera sonriente Salú. La adversidad despierta la amistad y Salú y Keba no dudan en afirmar que son "como hermanos".

Alieau acierta a explicar algo que comparten casi todos: "Mi familia está en Guinea y yo trabajo de albañil para mandar dinero". Mientras lo dice se encoge de hombros como diciendo: no queda más remedio.

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