En una nota, el colectivo explica que en esos campos crecen arto blanco (ziziphus o azufaifo) y arto negro (maytenus), que son especies de gran valor a proteger y que después de ser arrancadas se comprueba como volvieron a su lugar, mientras que "las pitas no lo impidieron, no son tan agresivas".
"El perímetro de las plantaciones está intacto, es decir, es el mismo del comienzo. Se habla de pitas invasoras en arenales, zonas de arena, y en el campo vuelve a comprobarse que esa afirmación no es del todo cierta, ya que artos y pitas comparten el espacio y conviven sin problema", subraya.
Según 'Salvemos las Pitas de Almería', los agaves (pitas) son de las especies vegetales que más CO2 fijan de la atmósfera, afirmación avalada por estudios mexicanos. Sus raíces solo profundizan 30 centímetros en el suelo, por lo que no compiten por el agua con artos.
"¿Por qué esta persecución de las pitas? Pues por un concepto conservacionista llevado al extremo, es decir, cercano al integrismo, donde lo de fuera es malo por naturaleza, una corriente de pensamiento entre biólogos que a partir de los 90 se ha extendido a nivel mundial", apostillan.
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