Por primera vez, el Ayuntamiento de Roma ha abierto este miércoles al público el área arqueológica del Circo Máximo, considerado el edificio de espectáculos más grande de la antigüedad y cuyas ruinas pueden ser visitadas mediante una serie de recorridos.

Las ruinas, que han sido objeto de adecuación y restauración, se sitúan en el fondo sur del monumento. Se trata de una enorme explanada de 600 metros de longitud y 140 de ancho situada entre el monte Palatino y el Aventino.

Las obras de habilitación de estas ruinas, hasta ahora rodeadas por barreras de protección, comenzaron en 2009. La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, destacó hoy "la importancia de haber restituido a la ciudad una zona tan preciada" como esta.

Del Circo Máximo quedan en pie pocas partes del graderío del fondo meridional y los visitantes podrán recorrer sus casi cien metros de galerías y apreciar los restos de algunas letrinas, así como una calzada aledaña al edificio y un abrevadero de mármol.

El Circo Máximo acogió en la antigüedad carreras de cuadrigas y de caballos, así como ejecuciones, luchas de gladiadores, desfiles triunfales o manifestaciones relacionadas con la vida política, social o religiosa de la urbe.

La primera versión de este edificio se remonta al reinado de Tarquinio Prisco (616-579 a.C), cuando se erigió un circo con instalaciones de madera, pero no sería hasta la llegada de Julio César (49-44 a.C) cuando se edificó un estadio fijo.

Durante sus 2.800 años de historia sufrió incendios y reconstrucciones y permaneció en activo hasta las primeras décadas del siglo VI, pasando a ser una zona agrícola, una propiedad privada o un cementerio judío.

La zona donde se sitúa cobra gran relevancia ya que, de acuerdo a la mitología, fue en este lugar donde se produjo el "rapto de las Sabinas", perpetrado por Rómulo, primer emperador y fundador de Roma, para dotar de mujeres a la ciudad.