El multicentro social de Casa Caridad que empezó a funcionar el pasado 8 de marzo en el barrio valenciano de Benicalap ha registrado desde entonces más de 8.700 pernoctaciones. Las instalaciones están destinadas a atender a enfermos en estado convaleciente que no tienen donde recuperarse porque carecen de hogar.

Según fuentes de la entidad benéfica, el perfil mayoritario de su albergue es el de un hombre (representan el 81% de los casos, frente al 19% de mujeres) que vive en la calle y que sufre alguna enfermedad o que se está recuperando. Casa Caridad decidió emprender la construcción de estas instalaciones al detectar la problemática de personas que no tenían donde recuperarse de una operación quirúrgica o de una enfermedad grave cuando eran dados de alta de un hospital.

Los casos a los que mayoritariamente se enfrentan a diario tienen que ver con fracturas, ictus o cáncer. La demanda por parte de este colectivo ha sido tan alta que, a día de hoy, el centro se encuentra al 100% de su capacidad. En este sentido, cuenta con 32 plazas para convalecientes y con 17 habitaciones dobles, lo que arroja un total de 66 plazas. A ellas hay que sumar las 60 de la escuela infantil ubicada en estas instalaciones, también ocupadas al 100%. No obstante, se prevé que estas últimas aumenten durante el vigente curso escolar, según apuntan fuentes de la entidad.

En líneas generales, en el perfil del usuario predominan ligeramente los extranjeros, con un 51% del total, frente al 49% de españoles. El grueso de los atendidos, concretamente el 75%, tiene entre 45 y 65 años, una edad en la que podrían estar activos laboralmente si dispusieran de un buen estado de salud. Sin embargo, en la mayoría de casos (65%) no poseen certificado de discapacidad y dos de cada tres casos no reciben ningún tipo de prestación.

La estadística de los primeros meses de actividad señala que se ha encontrado solución al 40% de los usuarios del albergue de convalecientes. Las estancias medias se prolongan durante unos tres meses, aunque en algunos casos se alargan debido a la propia problemática de la enfermedad que padecen.

La construcción del centro despertó recelos en una parte de los vecinos del barrio valenciano de Benicalap, que veían la presencia de enfermos convalecientes sin hogar como un posible foco de degradación. Su puesta en marcha y el día a día han hecho disminuir este rechazo.